El ocaso de los perdedores

Rubén Beat

Netanyahu

En vez de crear una convivencia asequible con Palestina, su política es la del exterminio del pueblo palestino.

Hanna Arendt demostró en sus ensayos que para pasar de una vida normal al mal absoluto, solamente había que dar un solo paso.

El mal absoluto solo puede equivaler a la falta de empatía absoluta.

En política, esto equivale a ser un verdadero diablo, un sociópata, y actualmente esta imagen la representa el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu.



Este personaje representa al mal absoluto. Como Eichmann, el nazi. Netanyahu pasó de ser un burocráta al servicio del endiablado sionismo, a convertirse en su ejecutor, en lo que a genocidios se refiere. El servicio, ser un servidor, ser el ejecutor, aquí hay un solo paso, ni tan siquiera un paso profundo, sino una equivalencia con la muerte de la empatía.

Nazis y sionistas, son la misma escoria: racistas, ultranacionalistas. Inhumanos que están convencidos de que su nación tiene que prevalecer sobre la vida y la muerte de quienes no sustentan sus ideas.
Netanyahu el burocráta, ahora es el asesino a sueldo de primer ministro del sionismo. Es la imagen de todo lo terrible e inhumano. Es la consecución de un genocidio previsto y alimentado con el odio.
¿Se preguntarán los judíos, en un futuro, si pudieron haber evitado el genocidio del pueblo palestino?
No se puede desarrollar un país como Israel, en la dirección del asesinato sistemático de palestinos y en la destrucción de su tierra y religión, y sus símbolos.

Las democracias sustentan también este dilema del pequeño paso para pertenecer al gremio de la maldad absoluta, representada por la extrema derecha.

Nadie está a salvo de la maldad absoluta. Lo que sí es cierto es que va alimentando poco a poco su mezquino odio, hasta crear la oportunidad adecuada para cogerlo como la base de la política del genocidio. Así lo ha demostrado la Historia con todos los regímenes totalitarios. En España, el franquismo representado por Vox y por el vomitivo blanqueamiento del fascismo por parte del Partido Popular.

Netanyahu es inhumano. No merece tal título o nomenclatura básica de humano.
El sionismo es la guillotina de la inteligencia espiritual del judaísmo. Y por supuesto del pueblo palestino.

Ahora, todas las personas que no piensan como los sionistas, son sospechosas de terrorismo, menos ellos, que han asesinado a más de doce mil niños y niñas. Si esto no es terrorismo, es que deberían cambiar el significado, de la podredumbre a la realidad. Bombardear consulados, tampoco es terrorismo para los sionistas, así como también, bombardear y asesinar a cooperantes y periodistas, tampoco es terrorismo para Netanyahu, según él, son cosas que pasan.

Esto ya está demasiado visto en el autoritarismo de las dictaduras.

En vez de crear una convivencia asequible con Palestina, su política es la del exterminio del pueblo palestino.

Debería haber un tribunal que juzgase a los sionistas, como el Tribunal de Nuremberg juzgó a los nazis.
Los sionistas son la escoria de la Humanidad, conjuntamente con el fascismo y el nazismo, y el comunismo estalinista.