La economía de guerra es la que se aplica en momentos de gran violencia, particularmente cuando un Estado se ve amenazado por una fuerza exterior a sus fronteras o en el interior de las mismas. La economía de guerra conlleva en su consecución, la política de guerra, que puede aplicarse tanto en la totalidad de una nación como en una región específica.
Bien, explicado esto y quedando claros los términos, en la región occidental de Andalucía, los narcos han empezado una guerra contra el Estado. No es una guerra contra la comunidad andaluza, sino una guerra contra el Estado español. ¿Son conscientes los políticos de ello?
Me asombra ver que tras el asesinato, hace unas semanas, de dos guardias civiles, la única solución por parte del gobierno y la oposición, sea enviar más barcos; una medida insuficiente.
¿Los políticos actuales, son conscientes de que los narcos han empezado una guerra contra el Estado español?
La respuesta es obvia, o no lo son, o lo son e ignoran el grave problema.
Quienes sí son conscientes de ello, son las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, que operan en esa zona. Son conscientes porque lo viven cada día, y los muertos son sus amigos y compañeros. Y las balas de los narcos van dirigidas a ellos, a la guardia civil y a la policía nacional.
¿Tan barato sale disparar a las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado?
La economía de guerra, incluye también, la excepcionalidad de ciertos aspectos de la justicia. Los agentes deben actuar amparados por un sistema judicial que los proteja y no, que los humille.
Toda la fuerza del Estado, debe actuar para erradicar la guerra del narcotráfico en Andalucía. Para eso existe un Estado. Si no es capaz de defender su Constitución (que no incluye el narcotráfico) no es capaz de situarse en la realidad de los acontecimientos, y por lo tanto, demuestra una debilidad que cuesta vidas humanas, que precisamente aman la patria que defienden.
Si el Estado español no puede atacar el narcotráfico, en una política de ataque y no de defensa como la actual, demuestra que no puede hacer nada, demuestra una debilidad insoportable por el hecho de que existe la forma de erradicar el problema. Únicamente hace falta la seguridad y la dirección del gobierno y la oposición. Que demuestren seriedad y rigor, que demuestren realismo y madurez, porque no demuestran nada que valga la pena salvo sus propios y estúpidos intereses partidistas. Deberían pensar más en la nación y el Estado, que en sus propios culos de burocrátas.