El ocaso de los perdedores

Rubén Beat

El eterno retorno

Quizá, señor Kundera, usted y yo, ya nos conocimos cuando escribió para salvaguardar la memoria de futuras generaciones

Decía Milan Kundera: "Quien busque el infinito que cierre los ojos".

Hay que cerrar los ojos para sentir el mundo y encontrarlo dentro de ti, en la emoción, en la memoria, en la vida siempre hay un encontrar y un encontrarse.

Volveremos a encontrarnos, quizá en los libros que custodian la sabiduría. Quizá en una cafetería del barrio de las letras en París o Madrid. Puede que nos encontremos en alguna calle custodiada por la opresión a la cultura y nosotros/as llevemos en alto, la bandera de la libertad.



Quizá, señor Kundera, usted y yo, ya nos conocimos cuando escribió para salvaguardar la memoria de futuras generaciones. A lo mejor ya nos saludamos paseando por un frondoso parque, observando a los pájaros canturrear como cantan los pequeños filósofos.

En la vida, todo es retornar al corazón. Volver a ver y sentir, volver a creer en la fuerza que tienen las palabras para crear un mundo mejor. Y tener la voluntad de ser quien eres y retornar a ese amor impenetrable que nos salva de la destrucción.

Señor Kundera, el mejor homenaje para usted, es la libertad. Creer en ella y luchar por ella, pues también, la injusticia retorna y anida en quienes no soportan la verdad.

La verdad está presente en la Memoria de los Pueblos, y hay quienes pretenden destruir la Memoria, para destruir la verdad. Y para ello, atacan a la cultura y secuestran a los libros, y a quienes escriben esos libros, les espera la cárcel y el olvido, y el retorno de la huida para evitar el óxido, el hambre y la humillación.

Nunca ha existido un manual para la vida, pero sí que han escrito manuales para la muerte y los han encuadernado con el mismo oro del hambre y la obediencia, con el mismo oro de la represión y el espolio. Esos manuales de tiranos retornan cada cierto tiempo cuando a las sociedades se les priva de su verdadera historia y se les roba la conciencia.

La mentira siempre ha sido custodiada por los peores, y la adornan con símbolos, guirnaldas y medallas. Y hasta profieren oraciones santificando el crimen moral, el crimen físico y el crimen social. Usted lo sabe muy bien, señor Kundera, y por ello le persiguieron, porque sabía, y saber también es un crimen para los destructores del mundo y el amor.

No le dieron el premio Nobel, pero tampoco lo necesitó como nunca necesitó el oro de los trofeos. Usted tiene el mejor premio que puede tener un pensador y escritor, y es el respeto y la admiración de quienes compartimos el retorno a la lucha por la justicia y la libertad.