El ocaso de los perdedores

Rubén Beat

El intruso

El señor Feijóo es un mentiroso compulsivo pero duerme estupendamente bien todas las noches

Suena el despertador del señor Feijóo. Su despertador ha viajado en un paquete desde Florida hasta Madrid. Lo compró en Internet como souvenir para apoyar la última campaña política del señor Trump, así que el despertador del señor Feijóo es la cabeza del señor Trump, fosilizada en plástico Exxon, que repite con esquizofrenia: "make america great again". Feijóo se imagina su propio despertador, con su cabeza estilizada ya no en plástico sino en oro Endesa, pronunciando con voz aguda: "España, una, grande y libre".El señor Feijóo siempre quiso ser algo parecido a un emperador: un emperador de pueblo, algo así como un narco pero sin serlo. Cada mañana al despertar se repite a sí mismo lo que aprendió en la "universidad de la mentira", más conocida como el Partido Popular. Observa su rostro en el espejo de su cuarto de baño y dice en voz alta, como si estuviera dirigiéndose a un público expectante: "¡seré presidente! ", y se aplaude a sí mismo.El señor Feijóo es un mentiroso compulsivo pero duerme estupendamente bien todas las noches. Llegar hasta donde él se encuentra, ha requerido esfuerzo (se ríe al pensarlo). Y merecidamente ha conseguido proclamarse, mucho antes de los resultados electorales, presidente del gobierno. "¡El emperador Feijóo! ", se dice a sí mismo bailando ante el espejo, donde ha dibujado una corona de vaho y la luce junto a su toalla marrón alrededor de la cintura.De repente, el vaho del cuarto de baño, desaparece, y para su asombro, se encuentra en La Moncloa. El señor Feijóo lleva un traje presidencial, no su vieja toalla. Poco a poco, se ve rodeado de todo un séquito adulador. El señor Feijóo se coloca bien las gafas, su mirada abarca toda la estancia y se hace dueño de la situación. Alguien pensaría que es una mirada infame, pero ese alguien sería desterrado al instante, en tal caso.El señor Feijóo profiere una única orden pero su voz es más aguda de lo normal:
"Españoles, derogo el sanchismo".Su séquito le aplaude. Él hace una sutil reverencia y extiende su brazo derecho con la palma de la mano hacia abajo para que pueda ser besada por sus súbditos. En "el besamanos", todo el mundo alaga su elegancia, su sabiduría, su maestría con los idiomas y la geografía. En otro tiempo, bien pudiera haber sido un explorador de la Real Sociedad Geográfica de Londres, y contar sus hazañas en África, tomando un té, sorprendiendo a sus aristocráticos oyentes con historias de caza de grandes elefantes, mercados de esclavos y canibalismo salvaje.