El ocaso de los perdedores

Rubén Beat

Nosferatu

Aznar únicamente se hace presente en el mundo de los vivos para anunciar desgracias

Muchos son los actores que han interpretado a Nosferatu a lo largo de la historia del cine. Pero si salimos del mundo de la ficción cinematográfica y entramos en el mundo de la ficción política, José María Aznar es quien mejor interpreta este papel por propia convicción y dualismo interpretativo.

Aznar únicamente se hace presente en el mundo de los vivos para anunciar desgracias. Y cuando lo hace es porque regresa por poco tiempo de su propio mundo de las tinieblas. Recientemente ha anunciado y convocado una manifestación para poder llevar a cabo sus propósitos de gobernar el teatro de las sombras y que sus acólitos acudan al llamamiento del envilecimiento. Porque convivir pacíficamente no entra dentro de los planes de Aznar. No puede vivir sin dejar fluir esa maldad que gobierna sus intestinos para poder saborear una vez más el sabor de la desdicha de sus enemigos. Al parecer sus enemigos somos todos/as aquellos/as que no le votaron el 14 de marzo del año 2004, y aún guarda como oro en paño, su rencor enfermizo y diabólico, contra todo lo que signifique democracia. Y como todo buen malvado que se precie como eterno de la política, tiene a su propio discípulo, llamado Feijóo.



Crear crispación, enfrentamiento, envilecer a la sociedad con sus proclamas desde su púlpito oscuro, es el único objetivo de Nosferatu, para tener sangre de la que nutrir su más que nutrida maledicencia. Porque, España se rompe si él no la gobierna. España se rompe tanto sin Aznar, que de hecho geográficamente España está situada en mitad del océano Atlántico, tan a la deriva sin el señor Aznar que necesitamos de sus alas negras para que nos devuelva sin sangre y dudas, al lugar que ocupamos en su crispada mente diabólica.

Feijóo como buen discípulo, firma todo lo que dicte Nosferatu porque coincide mentalmente, en los círculos que Dante describía como los nueve círculos del infierno. Y allí está Aznar, recogiendo almas perdidas por sus pecados, porque él nunca reconoció los suyos y ahí permanecerá siempre, dando la bienvenida a sus nuevos seguidores y seguidoras. Prometiendo la unidad que el Partido Popular distribuye como panes caídos del cielo, lanzados desde aviones que portan calaveras negras en sus alas, pretenden destruir un mundo de paz y convivencia, y es que si Feijóo, como es sabido, no logra la presidencia del gobierno, es mejor destruir todo al paso, porque España no es nada sin el Partido Popular, y todavía es mucho menos sin José María Aznar.