Hace apenas una semana nos levantábamos con la noticia de que Argelia suspendía el Tratado de Amistad, Buena Vecindad y Cooperación que tenía firmado con España.
El tratado, que ha regido el desarrollo de las relaciones entre los dos países, contempla, entre otros puntos, acuerdos de tipo económico. El pacto favorecía el impulso de inversiones recíprocas y la cooperación económica en proyectos de infraestructuras, especialmente en el campo de las obras públicas y la vivienda, la energía, las comunicaciones y el transporte, la pesca, la gestión de los recursos naturales o la protección del medio ambiente.
Siempre que una noticia de este tipo trasciende, desde la Oficina Técnica de la Fundación “Estrategias” trabajamos para dimensionar los efectos directos que una medida así puede tener sobre la economía jiennense. Y digo bien “directos”, porque los “indirectos” son difíciles de predecir en toda su dimensión y, por desgracia, tampoco dependen (o lo hacen muy poco) de nosotros mismos. El ejemplo lo tenemos con el conflicto ruso-ucraniano. Como ya puse de manifiesto hace unos meses en este medio, la relación comercial directa de nuestra provincia con ambos países era poco relevante, pero todos estamos sufriendo las consecuencias de la guerra.
Con Argelia pasa algo similar. El comercio exterior de Jaén con el país africano es muy reducido. En 2021 exportamos a Argelia 6,8 millones de euros, lo que representó sólo un 0,56% del total de nuestras exportaciones, e importamos directamente apenas 13 mil euros. Entre los productos que vendimos allí encontramos manufacturas de consumo (4,2 millones), bienes de equipo (1,3) y semimanufacturas (1,0). Las exportaciones de materias primas, alimentación y bebidas y otras mercancías son casi testimoniales.
Donde sí debemos de poner la atención, porque nos afectan y de forma muy importante, es en las importaciones que realiza Andalucía. De enero a abril las importaciones a Argelia han supuesto más de un 11% del total de las compras andaluzas en el exterior y, de estas, casi el 99% de lo importado a este país eran gas, petróleo y sus derivados, lo que no son buenas noticias en el momento actual, con los precios de la energía altísimos.
Las soluciones a corto plazo son complejas, es cierto, pero a medio y a largo plazo la estrategia debe ser reducir nuestra dependencia energética con el exterior apostando por las energías renovables, fundamentalmente para luchar contra el cambio climático, pero está claro que también por nuestros bolsillos.