No parece fácil ¿verdad? Imagino que quien me lea estará pensando y ¿cómo mantenemos el ánimo con la que está cayendo?
Abrimos el periódico, ponemos la radio o encendemos la televisión y no hay día que no nos lleguen malas noticias que nos abruman y merman nuestra capacidad de ser optimistas: la Guerra en Ucrania, la radicalización de la sociedad, el incremento del precio de la energía o de las materias primas, la subida del Euribor, la caída estrepitosa de la natalidad, los incendios forestales o la falta de lluvias, todo esto a nivel global, pero también, a nivel local, las perspectivas de una baja cosecha de aceituna, de proyectos que se eternizan y no terminan de ver la luz o de bastantes otros que debían haber comenzado hace tiempo y no lo han hecho.
Sin embargo, creo firmemente que hay que mantener el ánimo y no caer en la desesperanza. Es cierto que empezamos un curso difícil, pero no lo es menos que lo afrontamos en mejor situación que en momentos anteriores. El aceite de oliva se está vendiendo a buen precio (a casi 4 euros), la tasa de paro provincial es relativamente baja (hacía doce años que no estaba por debajo del 20%), se ha recuperado el turismo que se perdió en la pandemia (casi 300.000 turistas han pernoctado en establecimientos hoteleros jiennense hasta julio), exportamos más que nunca (hemos superado los 780 millones de euros en la primera mitad del año), el tejido empresarial parece estar resistiendo bien los envites de la crisis, tenemos una Universidad de Jaén joven, pero muy bien situada en los diferentes rankings y con una recién estrenada carrera de Medicina, una financiación europea extraordinaria que va a permitir que se materialicen un buen número de proyectos que estaban pendientes y una provincia que es un diamante en bruto, un paraíso interior con un patrimonio inmenso, una industria importante, una sociedad cada vez más formada y preparada y donde hay tantas cosas por hacer… pues ¡pongámonos a ello!