La Organización de las Naciones Unidas empezó a conmemorar el Día Internacional de la Mujer en 1975 y fue proclamado por su Asamblea dos años más tarde, en 1977, pero sus orígenes se encuentran en las manifestaciones de las mujeres que, especialmente en Europa, reclamaban a comienzos del siglo XX el derecho al voto, mejores condiciones de trabajo y la igualdad entre sexos. Mujeres que, con inmensos obstáculos, luchaban por su participación en la sociedad y su desarrollo íntegro como personas.
Aunque desde aquellas manifestaciones de principios del siglo pasado se han dado importantes avances en igualdad en bastantes países, no en todos, aún queda mucho que hacer en esta materia y tiene todo el sentido del mundo que este día se siga conmemorando y que sigamos trabajando para conseguir la igualdad.
No debemos olvidar que hay aún muchos países en el mundo en los que no existe igualdad legal entre hombres y mujeres, pero es que en los que la hay tampoco se ha llegado a la igualdad real.
Uno de los campos que preocupa especialmente es el de la economía. En el ámbito empresarial o en el del mercado de trabajo siguen existiendo grandes desigualdades. En Jaén, por ejemplo, menos de 2 de cada 10 personas que fundan una sociedad mercantil son mujeres; de cada 10 personas empleadas más de 6 son hombres, aunque ellas están más formadas; a pesar de tener una tasa de actividad menor (se incorporan menos al mercado de trabajo) la diferencia en tasa de paro es de casi 11 puntos porcentuales entre ambos sexos y el salario medio es un 14% menor el de ellas. Indicadores globales sobre puestos de responsabilidad o cargos directivos no existen provincializados, pero los que conocemos a nivel nacional y europeo también ponen de manifiesto estas desigualdades.
Además, sólo hay que consultar algún medio de comunicación o asistir a unas jornadas sobre empresa o economía para comprobar cuál sigue siendo la participación en la sociedad de las mujeres.
Hay que seguir trabajando para cambiar estas cifras y que la mujer tenga un mayor papel en la economía. La igualdad de género es una condición sine qua non para la prosperidad y el desarrollo.