Afortunadamente ha llegado la tan ansiada lluvia a nuestra provincia. Vemos como durante uno o dos días paran las cuadrillas de aceituneros y aceituneras, como tienen un breve descanso en una campaña que en algunos tajos, se inició a principios del mes de octubre para obtener estos aceites verdes de primera molienda y primerísima calidad. Algún que otro tajo ya ha finalizado su recogida y otros la han retrasado debido a los escasos rendimientos grasos del fruto del olivo.
Esta, una campaña atípica con baja producción que sucede a otra de la misma índole, donde la sequía ha dejado su huella y las elevadas temperaturas en plena floración provocaron pérdidas de flor y una merma en el cuajado del fruto. Y es que la actividad agraria siempre está sujeta a la climatología y el factor agua juega el papel más importante en su devenir.
Esta, la campaña donde en Andalucía se preveía obtener unas 550.600 toneladas de aceite de oliva y concretamente en nuestra provincia 215.000 toneladas. Pues parece ser que las previsiones se quedan por encima de la realidad, por el propio desarrollo de la campaña, donde se entregan menos kilos de aceituna y con rendimientos grasos más bajos por lo general.
Esta, la campaña donde arrastramos unos costes de producción de más del doble, es cierto que el precio del aceite ha subido notablemente (más aún en algunos lineales de grandes superficies, dicho sea de paso). Aún así para nada compensa el precio del aceite la subida de dichos costes. El olivarero no ve un aumento paralelo de sus márgenes de beneficio ya que siendo la cosecha de la mitad o menos, continúa con sus tratamientos fitosanitarios y abonados, el riego, los costes salariales, de gasoil, de electricidad, las actividades de poda y preparación de suelos y el propio cultivo, etc.
Esta, la campaña donde el “oro líquido” se protege mediante mecanismos de vigilancia establecidos, donde se intensifica el control en el transporte y en los puntos de recepción de aceituna para comprobar su lícita procedencia, entrando en juego helicópteros y los mismos drones para la vigilancia aérea.
Esta, una campaña donde las almazaras tienen que realizar un esfuerzo muy superior en costes, ya que permanecen abiertas durante toda la campaña con su correspondiente gasto de personal, insumos, electricidad… pero donde la entrada de aceituna llega excasamente a un 30%-40% de años normales de producción. Incluso alguna que otra se plantea cerrar antes para abaratar costes.
Esta, una campaña donde los trabajadores del campo por término medio tendrán un tercio o como mucho la mitad de días en los tajos. Incluso algunos con la gran dificultad de alcanzar las peonadas necesarias para acceder al subsidio y la renta agraria. Supongo que el Gobierno al igual que hizo el año pasado, rebajará el número de peonadas como medida de protección de las personas trabajadoras agrarias eventuales a 20 o incluso a 10.
Y es que llega la Navidad y nuestra provincia se resiente, nuestro motor de empleo no da para más. La economía familiar de muchas personas no permitirá extravagancias y lo que es peor un año venidero, el 2024, donde si no llueve no se podrán realizar sobresfuerzos económicos. Nos dejaremos compras e inversiones mirando al cielo y esperando que no se repita una tercera nefasta campaña. Nuestro árbol de navidad, nuestro querido y preciado olivo este año vuelve a no tener suficientes adornos. Esperemos pues que continúen las lluvias y la próxima campaña estemos hablando de otra cosa, mientras tanto nos quedamos con la buena noticia de contar en nuestra provincia con tres nuevas estrellas Michelín, son ya cinco, cinco grandes chef avalados por los mejores aoves de nuestra provincia.