Mediodía en la provincia de Jaén

Juan Francisco Villar

Censura, ¿qué censura?

Opinión de Juan Francisco Villar

El próximo sábado, en la Muestra de teatro de otoño de Úbeda, se podrá ver la obra Romeo y Julieta despiertan, la obra “censurada” en Jaén.


Las últimas elecciones municipales tuvieron “daños colaterales” en forma de censura de algunas obras de teatro en ayuntamientos gobernados por PP y VOX: Orlando, de Virginia Wolff, en Valdemorillo; La villana de Getafe, de Lope de Vega, en Getafe; La infamia, de Lydia Cacho, en Toledo; El señor Puta y la degradación del ser, de Pedro Luis López Bellot, en Talayuela; El mar: visión de unos niños que no lo han visto, del vilcheño Alberto Conejero, en Briviesca; y la ya mencionada Romeo y Julieta despiertan, de Eberhart Petschinka, en Jaén.



La censura es inadmisible y hay que denunciarla permanentemente pero, para que la denuncia  sea efectiva, tiene que haber realmente censura. ¿En todos estos casos la ha habido? Sí ha habido en Orlando, porque el protagonista cambia de sexo; en La villana de Getafe, por sacar un falo y una vulva en escena; en La infamia por denunciar la violencia de género; en El señor Puta, que habla de feminicidios. Y en El mar, porque no podían permitir esta historia real de maestro republicano asesinado por los fascistas por ser maestro, republicano, y hacer pensar a sus alumnos.

Pero en Romeo y Julieta despiertan no hay nada para que PP y Jaén merece más la censuren. Y Jaén merece más no es VOX y el PP no tiene por qué verse arrastrado a la censura. En esta obra, si hubiera habido algo, sería, en todo caso, la deslealtad de unos gobernantes hacia las instituciones que representan por destruir lo programado por los anteriores gestores. Y mucho me temo que, como Jaén merece más dijo en un principio, se trata más de no aceptar la contratación de una obra sin seguir los pasos exigibles, que de deshacer lo hecho por los gobernantes precedentes.

Y, sinceramente, aunque no tan grave como la censura, me parece indigno que un ayuntamiento como el de Úbeda, contrate una obra simplemente para aprovechar políticamente una acusación falsa de censura y hacerse pasar por el paladín de la lucha contra la misma. Jugar con la censura nunca es una opción, ni en un sentido, ni en el otro.