El terrorismo, las guerras, o la investidura de un nuevo Gobierno, colonizan la información, hasta el punto de expulsar del debate público otros asuntos acuciantes. Es lo que ha ocurrido con el amargo record de Mayo pasado sobre el paro registrado en mayores de 45 años, que se ha situado en el 57,17% del paro total.
El mes pasado en esa franja de edad había más de novecientas mil personas en desempleo, siendo el grupo con más dificultades para encontrar trabajo y con más de un 40% como parados de larga duración. Las razones de este abismo laboral –casi único en Europa-, son variadas, pero tal vez es la consecuencia de una cultura empresarial que prima la precariedad y el bajo salario, sobre la experiencia.
En la provincia de Jaén, el pasado mes, se registraba un paro de 21.722 personas en los mayores de 45 años, casi el 41% de los parados totales; es un problema lacerante, con una escasa visibilidad y aún peor que el desempleo juvenil, ya que existen pocos incentivos públicos para ser empleados por las empresas, más allá de unas prestaciones para mayores de 52 años, que funcionan como una escasa y larga jubilación anticipada, y alguna disposición en la nueva Ley de Empleo como preferencia de recolocación de estos trabajadores en las empresas que se hubiesen acogido a Expedientes de Regulación Temporal de Empleo.
Es una situación cada vez más escandalosa que nos muestra un mercado laboral enquistado y no concordante con la equidad social. Urge un plan coordinado entre todas las administraciones y las empresas locales para mejorar este desajuste. Un vistazo a las cifras desagregadas por municipios (que posee y exhibe el Ministerio de Trabajo), indican que no es difícil de acometer y sería poco costoso en términos económicos de oportunidad.
Porque no es un problema estadístico, sino de inclusión social y eficiencia económica. No puede haber tantos excluidos del mercado laboral a estas edades.