Es tiempo de jarrones chinos. En las últimas semanas, la información sobre las negociaciones entre el PSOE y los partidos independentistas, han estado trufadas de opiniones de expresidentes del gobierno, anunciando el apocalipsis y la ruptura de la Constitución y de todo lo conseguido en el 78.
Las opiniones de Aznar, incendiarias si alguien le dejase un mechero, no son nada nuevo, las tenía incluso cuando su partido estaba en el gobierno. Llaman sin embargo más la atención, las de Felipe González, que prácticamente ha intentado echarle un pulso a Pedro Sanchez. Desde que perdiera el gobierno en 1.996, González se ha prodigado en opiniones y en posicionamientos políticos que nunca han estado exentos de polémica.
El hilo conductor de los reproches de la mayoría de nuestros expresidentes, hacía el pacto con los partidos catalanes, es la ruptura del consenso y la convivencia que se generó entre todos los partidos políticos, con la excepción de Alianza Popular, en 1.978.
Hay que recordar que la Constitución fue posible porque previamente se pactó una amnistía, para no remover el pasado de los casi 40 años de dictadura que padecimos la mayoría ciudadana de este país.
Sí, he dicho amnistía, ese mantra que ahora sirve para llenar las calles de banderas de España, y acusar y amenazar de todo y con todo a quienes han pactado otra de ámbito infinitamente menor que aquella.
Debiéramos aprender que lo que cuentan son las políticas y no tanto las simpatías. Nos guste o no hay partes de este país, que creen que su bandera es la diferencia. Creo que porque se consideran mejores que el resto. Nunca he conocido a nadie que se reclame diferente porque se siente peor que los demás.
Aun así, el acuerdo que no impide que otros/as de nuestros conciudadanos sigan pensando que son mejores que los demás, será bueno si sigue dando a luz políticas como las que hemos tenido en el periodo anterior y que son con mucho las mas progresistas que hemos vivido en este país, desde que algunos tenemos memoria.
Felipe Gonzalez, lo repetía con frecuencia: “un expresidente de gobierno es como un jarrón chino, muy valioso pero nadie sabe dónde ponerlo, porque estorba”.
No entiendo como acabó quedándose en la última parte de la definición.