Mediodía en la provincia de Jaén

Pedro Morales

Malas previsiones en el horizonte

Opinión de Pedro Morales

Llevo tiempo observando con preocupación, la evolución de la población en la provincia de Jaén y sus potenciales asociados a posibles proyectos de desarrollo económico. Nos seguimos encontrando con una gráfica continua que nos marca la tendencia de la pérdida de habitantes en Jaén, año tras año.

El problema continúa con las cifras de nacimientos y defunciones, que presentan un balance negativo de casi 2500 personas siendo el crecimiento natural, este año, el más bajo desde 1975, y se acentúa con el envejecimiento de la población, con casi el 20% por encima de los 64 años, más de dos puntos sobre la media andaluza.

Trabajar sobre estas series históricas, nos permiten ver tendencias y el comportamiento en el pasado, pero desde el punto de vista del desarrollo local y provincial, nos deben servir para tomar decisiones, para actuar y no lamentar.

Partimos de la conclusión de que la pérdida de población y el envejecimiento, está íntimamente ligada a la estructura económica de la provincia, tenemos un empleo de muy escasa cualificación, precario, mal pagado y poco estable, es necesaria una visión clara del problema de cara a afrontarlo y hacer nuestra misión fundamental: frenar el despoblamiento.

La dependencia de la agricultura, y sobre todo del olivar, nos lleva a situaciones tan difíciles como la que vamos a vivir los dos próximos años, con una baja cosecha el año pasado, que se liquida en breve, y con una cosecha de este año aún peor que la anterior, en la que muchos olivareros no van ni siquiera a recolectar el escaso fruto, lo que les va a provocar enormes problemas financieros para los años 2023, 2024 y 2025.

Esta situación se va a transmitir a toda la estructura socioeconómica provincial, desde las cooperativas, que se ven obligadas a reducir sus gastos, incluidos los de personal, como a toda la cadena de consumo.

La situación de la provincia de Jaén precisa de actuaciones estructurales, que diversifiquen su economía, reduciendo su dependencia del cultivo del olivar, es algo de lo que se dice mucho y se ven pocos resultados.

Cierto es que el sector turístico facilita la situación en las ciudades Patrimonio de Úbeda y Baeza, y en muy concretas zonas del Parque Natural de las Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas; pero la situación socioeconómica, sobre todo del empleo, que se nos avecina en los dos próximos años no es nada optimista, la pérdida de población, su envejecimiento y la coyuntura económica ligada a la agricultura, no van a frenar la salida de nuestro capital humano, joven y cualificado, hacia otras regiones y provincias.

De no actuar de forma inmediata, nos vamos a encontrar con situaciones muy graves trasladadas a la economía familiar. Son necesarias medidas urgentes y estructurales, sostenidas en el tiempo, generadoras de sinergias, que frenen la salida de nuestro capital humano.

Pero con los datos sobre la mesa, a dos años vista, son urgentes programas e iniciativas de empleo que den soluciones coyunturales ya.