Quiero tratar hoy, si me permitís los que nos escucháis, de un tema que, por deformación profesional, no sólo me gusta, sino que creo que también puede resultar interesante no ya para las empresas, sino para cualquier ciudadano con una mínima inquietud y ambición por llegar a conocer todo mejor. En este caso, en el terreno del funcionamiento de toda firma.
Creo que tanto el Ministerio como las diferentes Consejerías de Educación tienen que procurar dar a conocer a la ciudadanía dos pilares que tienen muy descuidados: Por un lado, el jurídico: Se trataría de difundir la normativa básica que nos rige, los poderes que están vigentes en nuestro ordenamiento jurídico y el funcionamiento básico de la Administración . Por el otro, también se debe tratar del comportamiento que tienen que tener trabajadores y empresarios para que cualquier empresa funcione. Y es en este segundo aspecto en el que me quiero centrar, con dos asuntos: el primero es la labor principal de un empresario, ahora llamado emprendedor. Su trabajo no debe ser el que puede hacer un trabajador más, sino que tiene que procurar que su proyecto funcione. Para eso tiene que delegar labores comerciales, aunque nunca organizativas o administrativas. Su control tiene que ser pleno sobre la corriente real y de flujos de su empresa (ingresos y gastos / cobros y pagos), estocajes, punto muerto o umbral de rentabilidad, clientes potenciales y reales, márgenes y futuro inmediato y planes de negocio y desarrollo. De todo esto nunca se puede encargar una gestoría o persona interpuesta, porque la empresa tiene sólo un dueño. De lo anterior, lo más importante es conocer el cálculo de los márgenes. Éstos se pueden ampliar consiguiendo la notoriedad vía campañas publicitarias, mejorando, de esta forma y con un adecuado trato al cliente, la imagen de marca corporativa. Es muy importante saber, además, cómo se calculan. Porque es habitual oír a las organizaciones decir que tienen problemas para poder pagar los trimestres de I.V.A. Eso se debe a que calculan mal los beneficios, a que tienen impagados y pendientes de cobro, mala negociación para pago, o, lisa y llanamente, a una mala financiación a corto plazo. Como la mayoría de las empresas tributan por Estimación Directa, de tal forma que pagan a Hacienda la diferencia entre lo que obtienen por I.V.A y el I.V.A que pagan a sus proveedores, el IVA nunca se puede incluir en los beneficios. Sólo es beneficio la parte de IVA que consigues desgravar por tu IVA soportado de tus proveedores. Así pues, el beneficio nunca se puede calcular con los ingresos de explotación menos los gastos que correspondan, sino que en los ingresos hay que descontar el I.V.A. repercutido Posiblemente sea un tema que parezca complejo, pero resulta básico en nuestro día a día.
Y con esto vuelvo al principio de esta intervención para animar, por ejemplo, a los Ayuntamientos, por ser la Administración más cercana al ciudadano, a favorecer la cultura empresarial y al buen funcionamiento de una empresa. De esta forma conseguiremos solucionar los problemas que encuentran trabajadores y empresarios en el día a día de toda actividad empresarial.