Primero fueron los agricultores franceses, holandeses, belgas, griegos, los que dijeron, basta ya, declarando la "guerra" a la comisaría popular Úrsula Von Der Leyen y a sus correligionarios. Después, convocados en una primera instancia por colectivos de agricultores y ganaderos, afines en muchos casos a la ultraderecha, desde WhatsApp y redes sociales, se unieron los nuestros, haciendo bloque común contra la pérfida Unión Europea que tanto quebradero de cabeza les está dando.
Nuestros agricultores artos de estar artos, han decidido romper las formas en el conflicto y trasplantar los tractores de la árida tierra al asfalto de carreteras y calles, como si de tanques se tratase para demostrar su fortaleza.
Se pueden criticar las formas de manifestarse al paralizar la vida ciudadana con el corte de carreteras, lo que es irreprochable, es el derecho que les asiste a pedir con justicia que se les tenga en cuenta en el diseño de una ley alimentaria que no les perjudique, mayor control con importaciones de terceros países, menor burocracia y alternativas que hagan más llevaderos los periodos de sequía.
Vivimos en una provincia que cada día mira al cielo. Gran parte de nuestra economía se sigue basando en los frutos que da el campo, por eso algo de agricultura sabemos. Pero me da que los políticos, de aquí y de más allá de los Pirineos, tienen un marcado carácter urbano y les importa una giga esa gente que montada en tractores te haceka puñeta un martes por la mañana.
No es un tema nuevo el conflicto entre agricultores y Unión Europea, por eso no se entiende, que siendo claro el diagnóstico no se planteé una solución que satisfaga a las partes en litigio.
En muchas ocasiones los responsables de la política, que tienen como único objetivo velar por mejorar la calidad de vida ciudadana, repiten una y otra vez sus errores.