Quien a buen árbol se arrima

Manuel Ruiz

Iniciativas vecinales

Hace pocos días se desarrolló una iniciativa vecinal en el barrio de San Juan, con el apoyo de varias asociaciones, consistente en adecentar la judería, con una

Hace pocos días se desarrolló una iniciativa vecinal en el barrio de San Juan, con el apoyo de varias asociaciones, consistente en adecentar la judería, con una buena mano de pintura blanca y sencillos detalles decorativos de una artista grafitera. En el barrio del Almendral, otra iniciativa vecinal nos tiene acostumbrados a un trabajo permanente de embellecimiento de sus calles con espléndidos murales, macetas por doquier y un esmerado cuidado de su mobiliario urbano.
Hay proyectos similares para erradicar lo cutre, lo feo y lo sucio en varias calles de la falda del castillo por parte de vecinos comprometidos y desde la ciudadanía también parte el impulso de plantar árboles en alrededores desarbolados de la ciudad y cuidarlos cuando llega el estío.
Frente a estas iniciativas que se nutren de la determinación popular y algún que otro recurso material de los propios vecinos no faltan las críticas, algunas de los haraganes crónicos para justificar su inacción y otras desde una postura más oficialista que reclama que cualquier intervención en el espacio público debe estar aprobada por la autoridad municipal en su función protectora y promotora de lo que es de todos.
Pero cuando pasan los lustros y los unos siguen sin dar un palo al agua y los otros, en las diferentes legislaturas, no mantienen ni arreglan al ritmo requerido es de agradecer que estalle la iniciativa vecinal para adecentar sus calles.
El compromiso por el bien común me parece una de las actitudes más dignas y fortalecedoras para la ciudadanía y en este caso prefiero que pongan macetas de más en una calle o se cuelen con el blanco en otra a la indolencia de la espera impotente a que alguien, dotado de la razón oficial, se digne a hacer algo.
Es imprescindible más implicación activa en las cosas de todos, en el espacio de todos y en el futuro de todos, porque conlleva dos efectos muy positivos: en primer lugar salir de la inercia diletante y exasperante y en segundo lugar estimular la respuesta proactiva del conjunto, en el que muchas veces encontramos a quienes debieran abanderar los arreglos.
Sería formidable que estas iniciativas vecinales no decaigan, y al contrario, se contagien a otros barrios con el corazón y la mente en lo mejor para todos y que ahora, en época de elecciones no sucumban al intento de capitalización política que seguro van a plantear todos los candidatos y sus cuarteles generales.