La traducción al castellano de la reflexión de Castelao (“mean en nosotros y tenemos que decir que llueve”) puede resultar un poco grosera pero refleja a la perfección una de las realidades recurrentes de nuestra ciudad. En estos días ha generado indignación la exigua cuantía de inversiones reales que el proyecto de Presupuestos Generales del Estado destina a Jaén. Algo que no es nuevo, ya que lo han venido repitiendo año tras año gobiernos nacionales y autonómicos con participación de todos los partidos, pero que no por ello deja de provocar rabia y vergüenza, aunque no de los responsables, que siguen paseando su santo rostro por Jaén.
Contextualicemos esos 69 millones de inversión real para una provincia de 617 mil habitantes, que contrasta con los 2 mil millones para toda Andalucía o los 14 mil para el conjunto del Estado. Esto significa que el Gobierno ha tenido a bien invertir durante 2023 en cada jiennense 110 euros, menos de la mitad de lo que invertirá en el resto de andaluces (272 euros) y casi un tercio de lo que invertirá en cada español (307 euros). Es decir, ya no somos españoles de segunda sino de tercera. Exacto, paisano; es el momento de chillar y proferir todos los insultos que uno tenga a mano.
Sin embargo, no hemos de olvidar que no se trata de una novedad. En estos días tenemos a los responsables del PP de Jaén alzando la voz contra este atropello ejecutado por PSOE y UP. Sin embargo, hace unos años, eran los jiennenses Cristóbal Montoro y José Enrique Fernández de Moya, al frente del Ministerio de Hacienda, quienes dejaron de invertir y gastar en esta provincia para destinar el dinero público, que también sale de nuestros bolsillos, a otros sitios y a otros intereses. Por su parte, la Junta de Andalucía mantiene una deuda histórica de compromisos de inversiones con Jaén (patrimoniales, educativos, sanitarios, deportivos, culturales, etc.) que ni siquiera se compensa con el gasto en algunos de los servicios básicos a su cargo, y que más necesitan los giennenses: educación, sanidad y creación de empleo. Y esto tanto en las décadas que estuvo en manos del PSOE como en los años en los que ha gobernado el PP, junto a C´s y VOX. Por tanto, no dejemos que nadie, de ningún partido ni ninguna administración, nos engañe más. Todos son los culpables.
Por otro lado, es importante saber que esta falta de financiación no es sólo una cuestión de inversiones e infraestructuras, que siendo necesarias tampoco permitirían un desarrollo autónomo de Jaén. La deuda que se tiene con nosotros es también en el gasto corriente, en la financiación constante que el Gobierno y la Junta nos hurtan año a año. Cuando hablamos de la España Vaciada y del abandono sistemático de determinados territorios, nos estamos refiriendo a decisiones políticas meditadas y consolidadas que siguen un modelo de desarrollo concreto. No es fruto del azar o de la maldad de algunos personajes y va mucho más allá de que las inversiones e infraestructuras programadas en los Presupuestos del Estado o de la Junta sean mínimas o supongan un agravio comparativo con otros lugares. La emigración de población, especialmente la joven, tiene más que ver con factores ligados a la falta de desarrollo económico en estas zonas como consecuencia de la planificación económica. Los problemas de Jaén, sin industria, con su agricultura de monocultivo y una economía basada en el sector servicios y el empleo público, requieren de cambios profundos de carácter económico, de cambios que van justamente en sentido opuesto a todos los modelos económicos que se han planteado hasta ahora y que han fracasado estrepitosamente.
El papel que nos han asignado desde los gobiernos andaluz, español y europeo no es compatible con ofrecer una alternativa económica de seguridad y bienestar para nuestros ciudadanos puesto que carece de los instrumentos indispensables para ello. Por ello, sin resolver previamente estos problemas, sin poner en cuestión el modelo económico que la Unión Europea lleva imponiendo a Andalucía en general y a la provincia de Jaén en particular, no es posible salir de la situación en la que nos encontramos. No importa que se construya un tranvía, una autovía o un palacio de congresos, que se hagan inversiones e infraestructuras, si no existen las condiciones para generar una economía autónoma que no esté subordinada a los intereses particulares de capitales de fuera.
Por último, este abandono consciente y planificado, esta ausencia de financiación en inversiones y gasto corriente en sus administraciones locales, tiene unos responsables, también entre nosotros. Todos estos políticos locales y provinciales, de todos los partidos, que actúan como delegados de sus partidos, son cómplices de este "robo" a Jaén, al poner los intereses de partido, y los personales, por encima de los de nuestra tierra a la hora de posicionarse sobre determinadas cuestiones políticas. Cuando el partido que gobierna en la Junta o en el Estado es el propio, se adopta un tono conciliador y las críticas, si es que las hay, se suavizan, y cuando el partido que gobierna es adversario las críticas son mucho más ácidas, el tono muy elevado y, por supuesto, las reivindicaciones son enormes. Todos estamos hartos de verlo, de leerlo y, sobre todo, de aguantarlo.
El problema es que mientras solo critiquemos que se "mean en nosotros y tenemos que decir que llueve", mientras únicamente alcemos la voz contra la hipocresía y el cinismo de quienes nos representan, hoy unos y mañana otros, sin cuestionar el modelo económico que comparten y ejecutan todos, nada cambiará. No habrá nadie capaz de tomar una decisión contraria para beneficiar a Jaén puesto que el modelo explicita claramente que Jaén no tiene que salir de su situación: su papel es proveer mano de obra barata en otros sitios y materia primas agrícolas, mientras su pequeña economía subsiste con la escasa financiación pública.
Empecemos a profundizar las críticas para encontrar alternativas a este modelo, para así comenzar a cumplir con las necesidades de los que viven aquí y de los que han tenido que irse para poder crearse un proyecto de vida.