Tribuna

MARÍA DEL MAR SHAW MORCILLO Presidenta de la Asociación de Mujeres Juristas de la Provincia de Jaén

TRIBUNA | El día del padre

Debemos avanzar en una protección alejada de los sentimientos, que no recaiga sobre la víctima y que priorice la protección

 TRIBUNA | El día del padre

Violencia vicaria.

Escandalizadas y aterrorizadas ante el asesinato a manos de su progenitor de dos niñas de cuatro y dos años nos levantamos en el 'Día del Padre'. Nadie lo puede comprender, te arrasa la realidad y nos gustaría decir que es obra de un loco. Nada más lejos.

La violencia  contra la mujer se ha convertido en uno de los mayores problemas de nuestra sociedad avanzada. Está claro que no es una forma de delincuencia más por las víctimas, los autores, la motivación y los efectos. La aplicación de los instrumentos clásicos de política criminal se han mostrado completamente inútiles en prevención, reinserción o reparación.

Desde el desarrollo y aplicación de la Ley Integral contra la Violencia de Género de 2004 y de la famosa “Solo sí es sí” de 2022 los recursos más valiosos han sido los de protección de la mujer víctima de cualquier forma de violencia. Avanzando, y al amparo de herramientas europeas, se ha profundizado en la necesidad de ampliar la protección a las hijas e hijos menores, tanto física como psicológicamente, víctimas de violencia directa y vicaria.



La supresión del régimen de visitas cuando existen medidas de protección sobre la madre no debía permitir excepción alguna bajo motivación judicial, como aún recoge nuestra legislación y que pueden ser alegados por cualquiera de las partes. Y hay que aplicarlos alejados y sin poder de disposición alguna por parte de la madre.

Los tan tristemente conocidos ciclos de la violencia que se perpetúan tras la ruptura, el chantaje, la pena o la absoluta creencia de que nadie hará daño a sus hijos dejan indefensa a una amorosa madre a quien socialmente se la oprime bajo el mantra de que es necesario el contacto de tus hijos e hijas con tu propio agresor. No se trata de buscar culpables que están en toda una sociedad que minimiza la violencia de género.

Pero las respuestas deben ser más contundentes. Debemos avanzar en una protección indisponible, alejada de los sentimientos, que no recaiga sobre la víctima y que priorice la protección, en este caso, de los menores.

Nuestra sociedad, el sistema judicial y el de protección a las víctimas ha evolucionado de manera notable, pero difícilmente predecimos el horror máximo, y para evitarlo hay que suprimir la excepción.
Un maltratador nunca puede ser buen padre.