Siempre ha habido turbulencias en el baloncesto de la provincia de Jaén, pero últimamente los ánimos están revueltos y dejan los pabellones llenos de un tufillo pestilente. Quizás los responsables de la federación giennense deberían tomar cartas en el asunto, pues su actitud acomodaticia de laissez faire, laissez passer, esto es, mínimamente intervencionista, excepto a la hora de recaudar o figurar, no está reportando beneficio alguno a este deporte en esta tierra de olivos.
En la punta de un iceberg que lleva tiempo derritiéndose, soliviantan los malos resultados año tras año en las distintas competiciones a nivel andaluz. Es ya una triste tradición ocupar las últimas posiciones en los campeonatos tanto de clubes como de selecciones. Quizás se deba a la falta de equipos verdaderamente competitivos, a la falta de practicantes de este hermoso deporte o a cómo se trabaja desde la base por la escasez de entrenadores/as. Pues no, aunque también.
Se debe, sobre todo, a la desunión y enfrentamiento entre clubes de una misma localidad, así como la rivalidad rayana en la enemistad, casi animadversión, entre clubes de distintos municipios. Los cismas son evidentes en Jaén capital y en Linares, con posturas irreconciliables, pese a las buenas intenciones y palmaditas en la espalda (que preceden a la puñalada trapera). En Andújar también ha habido una escisión por las cuotas de poder, y es que siempre hubo tiranuelos, insidias y perfidias. Cazorla desapareció del mapa; Martos y Toxiria tiran y aflojan; Úbeda en su zona de confort; Baeza, Bailén o Porcuna flotan como pueden. La Mota, tranquila, lejos del ruido y Villanueva con su gran pabellón. Los hunos por los hotros, la casa sin barrer
Con esos mimbres se construye un cesto que hace aguas. Si encima le echamos el peso de un pésimo estamento arbitral (demasiado arbitrario) y el lastre de aficiones que gritan mucho y opinan demasiado sin saber, confundiendo afición con fanatismo y expandiendo mierda en redes sociales, pues el baloncesto comienza a hundirse en un cenagal, alejándose de los valores del deporte y el respeto por el rival, no digamos ya de la educación y la cultura.
¿Qué se podría hacer? Para empezar, olvidarse de orgullos estériles y etnocentrismos estúpidos, obviar los colores rojo, amarillo, azul o verde; para seguir, mirar a otras provincias, p.ej. Córdoba o Granada, con el objetivo de aprender buenas prácticas para una mejor formación; por último, instar a la reflexión y tender puentes al entendimiento. Sólo la unión hace la fuerza, olviden individualismos, jueguen en equipo. Así y sólo así saldremos del estado de postración en el que nos hallamos. La pelotita naranja y la canasta merecen la pena, cualquier esfuerzo no será en vano. Queda liga aún, toca remontar.
Termina este artículo con un pliego de descargo a modo de justificación. El baloncesto refleja las diferencias socioeconómicas existentes en Andalucía. Hace tiempo que Jaén está en el vagón de cola, con una evidente falta de inversión en infraestructuras (p. ej, en trenes) y un insuficiente tejido industrial (que afecta a los patrocinios). Yayyán siempre fue “cruce de caravanas” y sigue siendo un lugar de paso, sumisa sobre sus piedras lunares, herida por la fuga de talento y esclava con todos sus olivares.