Los días de campaña pasan veloces, entre sensaciones de unos de que hay partido, y las ganas de otros de no llegar a los penaltis. Con la mosca detrás de la oreja por si al final hay invitación a convivir con algún otro invitado más (Dicho con perdón de la expresión “más” que incluyo sin ánimo de plagio alguno -manda huevos la chominá de los “vaciados”-).
El electorado se divide entre quienes saben qué supone la ultraderecha, y quienes creen que no deja de ser solo una agarradera para canalizar su cabreo o frustración particular. En cualquier caso, un invitado más que incómodo para cualquier proyecto democrático, aunque nazca de este PP polifacial.
La izquierda sabe que, dividida como nos acostumbra últimamente, tiene muy difícil encontrar mayorías de gobierno, aunque también es cierto que, si logra sacar de sus hogares a quienes siendo progresistas prefirieron darle esquinazo en 2018, habría margen para un resultado muy distinto al que pregonan las encuestas oficialistas.
Mientras Ciudadanos acude sin fe en el milagro a su particular entierro andaluz, el PP va a lo suyo: no referir su propia gestión porque nada bueno hay que contar, intentar no caer en charcos, y hacer por convencer al electorado más de centro que ellos no piensan hacer nada con VOX. A estas alturas, y tras la jugada de Castilla y León de un Mañueco al que aún no sabemos qué se le perdió en Jaén, hay poca gente que dude que Moreno Bonilla tirará de ultraderecha si le hace falta y le dan los números, eso sí, llevado por un tierno relato que paradójicamente intentará echar la culpa del pacto maldito a la izquierda andaluza. Hay pocos guiones originales por inventar.
Lo de Espadas es realmente digno de alabar: propuestas cercanas a la gente en medio de una maratón de varias vueltas a Andalucía. Si por propuestas, o por gestión propia fuera, no habría duda de su victoria. Pero esto ya va de otra cosa. Deudas que saldar, emociones personales y colectivas, un trabajo intenso de propaganda y tele oficial de Bonilla dirigido a crear una figura loable donde solo hay indolencia. Demasiados obstáculos como para pelear “sólo” con trabajo y compromiso.
Aunque, como dice Espadas acercándonos a las ya históricas remontadas madridistas de este año, “hay partido” por negro que algunos se empeñen en verlo. Mientras tanto, a repetir lo de “si votamos, ganamos”, porque es ese el quid de la cuestión.
Ana Tudela
Con el alma en pieMetidas en faena
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