Ni los más aguerridos parlamentarios recordaban algo así. El lenguaje zafio de Casado en la última sesión de control al gobierno en el Congreso atravesó cualquier línea roja, y el gamberrismo de su grupo jaleando la jerga impresentable de su líder, parecía más propio de una pandilla callejera que de todo un grupo parlamentario democrático.
El episodio no engañaba a nadie, y era patente que los nervios de Casado le llevaban a elegir el papel del “cabreado violento”, sin duda superado por la presión interna que le supone su pérdida de credibilidad ante Ayuso y sus seguidores, y el avance de VOX en la carrera abierta entre ambas derechas a cuenta de quien parece más duro o más bestia.
Y ante la elección de tan cuestionable estrategia, me pregunto si es ese el parlamento o el parlamentarismo que la gente necesita o que la gente quiere. Me pregunto si es consciente la oposición, de los efectos que su escalada radical puede traer, no ya entre los muros de las Cortes, sino al nivel de una calle que mira a la Carrera de San Jerónimo para buscar soluciones, y no capítulos de una cruda guerra de guerrillas abierta desde la obsesión de un líder opositor cada vez más perdido, que es consciente de que las oportunidades se le acaban de forma vertiginosa.
Me preocupa que los asesores de las derechas entiendan que cuanto más grosero y más zafio es un discurso, más puede prender en el espacio electoral, y más le puede hacer crecer con vistas a próximos comicios. Me preocupa que ante el “tirón de orejas” leal y a la cara que le trasladó la vicepresidenta Calviño, Casado, a la sazón líder de la oposición, no haya tenido otra respuesta que el “pues ahora a por ella” que nos cuentan medios nacionales de prestigio.
En estos días se aprobarán Leyes tan importantes como la de los Presupuestos Generales del Estado, la Ley de Refuerzo del Sistema Público de Pensiones, o la Ley que reducirá la temporalidad del empleo público y que beneficiará a cientos de miles de interinos que llevan tantos años esperando poder consolidar su vida.
Demasiadas buenas noticias como para que el PP no intente apagarlas con el ruido más zafio. El “cuanto peor, mejor; y cuanto mejor, peor” de larga tradición pepera, sigue vivo en el momento en que la oposición debería ser leal para con los españoles. Hay gente que lo está pasando mal y necesitamos del trabajo comprometido de sus representantes.
Ana Tudela
Con el alma en pieRuido zafio
Ni los más aguerridos parlamentarios recordaban algo así. El lenguaje zafio de Casado en la última sesión de control al gobierno en el Congreso atravesó...