Se nos va 2021. Si hace un año depositábamos todas nuestras esperanzas y nuestros deseos en un pinchazo, transcurrido este tiempo volvemos como en el Monopoly a la casilla de salida. Vamos a por el tercer pinchazo y, a lo mejor, a por un cuarto, quién sabe (tomen nota de Israel que ya ha empezado con los ensayos de la cuarta dosis). Pero sí hemos comprobado que la vacunación es, al día de hoy, la herramienta más eficaz con la que contamos para contener los inmensos daños causados por el Covid-19, aunque ni mucho menos ha sido la pócima que nos iba a alejar para siempre de un virus que está causando demasiadas muertes, sufrimientos y lastrando nuestra economía. La vacunación ha servido para controlar la extensión de la pandemia, que estos días vuelve a estar desbocada, aunque gracias a las vacunas los hospitales y las UCI no se han desbordado como ocurrió el año pasado y el número de fallecimientos no está en los niveles tan dramáticos de las primeras olas. La pandemia acabará algún día. No muy pronto, pero tampoco muy tarde, según vaticinan los expertos. Posiblemente las nuevas olas tendrán consecuencias menos graves que las anteriores, como parece que ya está ocurriendo con ésta de ómicron, y todo gracias a la inmunización, que terminará por llegar a los países más pobres, y a las mutaciones del virus que, en opinión de muchos científicos, serán menos lesivas. Y poco a poco nos iremos olvidando de este maldito virus hasta instalarnos de nuevo en la normalidad. Las otras pandemias, en cambio, están en plena efervescencia y no tienen trazas de que vayan a acabar, como la crispación que propagan algunos políticos enfrascados en la bronca permanente que contamina y deteriora la convivencia. Es a eso a lo que hay tener miedo, a esas estrategias basadas en el odio de los que saben que los odios se retroalimentan. También saben que no existe vacuna a corto plazo, aunque ayudaría renunciar a difundir falsedades y aplicar el sentido común. No estaría mal como propósito para ese 2022 al que damos la bienvenida y recibimos con optimismo. Sería deseable que no nos fastidien la celebración a la primera de cambio. Feliz 2022.
Antonia Merino
Con perspectiva sureñaCiao 2021
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