La inmersión escolar en catalán nació en el extrarradio obrero de Barcelona y lo hizo como un elemento de cohesión social. Fue en Santa Coloma de Gramanet, donde reside un porcentaje altísimo de población inmigrante (alrededor del 50%) y en donde el castellano era y sigue siendo la lengua dominante. Como elemento integrador —el lema un sol poble (un solo pueblo) —, comenzó a implantarse en la década de los ochenta a lo largo y ancho del cinturón industrial barcelonés, poblado mayoritariamente por ciudadanos llegados de otros rincones de España. Muchos de ellos aprendieron el catalán sin renunciar a su cultura, a su lengua o a sus tradiciones. La solución se dio a través de la escuela. Pues bien, ese modelo de inmersión ha generado adolescentes capaces de usar indistintamente el catalán y el castellano. ¿Por qué la inmersión lingüística? El castellano no solo se aprende en las aulas, el castellano está muy presente en la calle, en la prensa, en la radio, en la televisión, en los cines, en las bibliotecas, en las librerías... Todos los niños de Cataluña, sea cual sea su lengua primera, tienen contacto diario con el castellano, mientras que hay niños que pueden pasar días, semanas o meses sin escuchar una sola palabra en catalán en su ámbito familiar y social porque, fuera de la escuela, nadie les habla en esa lengua. Desde el inicio de la democracia, Alianza Popular y luego el PP, su hijo natural, utilizaron la lengua catalana como una amenaza contra la unidad de la patria. Dentro de dos semanas, los andaluces estamos llamados a las urnas y como quien no quiere la cosa, desde Madrid se vuelve a reavivar la polémica como una de sus bazas electorales. ¿Qué persiguen con este discurso anti-inmersión? Para empezar crear un problema donde no lo hay. Predisponer al odio hacia una parte del pueblo catalán. ¿Es qué no tienen otros argumentos para justificar su rechazo al sistema de inmersión? No. Mienten y lo hacen con malas artes, intentado envenenar a la opinión pública utilizando vilmente a los niños para justificar su rechazo. Cómo si con mentar Cataluña se resolvieran los problemas de Andalucía. Tal y como decía el escritor Manuel Vázquez Montalbán, tenemos una derecha que “añora una unidad idiomática que en la práctica nunca existió y que solo la dictadura franquista estuvo a punto de conseguir. (…) Para el hispanohablante sectario, el catalán, al igual que el gallego o el vasco son inventos de la frágil democracia y más concretamente de líderes nacionalistas separatistas empeñados en acumular hechos diferenciales y separadores cueste lo que cueste”. Ahora que el bloque secesionista se agrieta y el procés ha entrado en letargo, las derechas entran en acción enarbolando la bandera del victimismo español. ¡Arriba el Ayusismo!
Antonia Merino
Con perspectiva sureñaEl comodín catalán
La inmersión escolar en catalán nació en el extrarradio obrero de Barcelona y lo hizo como un elemento de cohesión social. Fue en Santa Coloma de Gramanet...