Con perspectiva sureña

Antonia Merino

Vodevil político

Suenan tambores electorales en Andalucía. Quien más y quien menos pronostica fechas, incluso los más avezados se aventuran a dar resultados. La culpa de este...

Suenan tambores electorales en Andalucía. Quien más y quien menos pronostica fechas, incluso los más avezados se aventuran a dar resultados. La culpa de este nerviosismo electoral en nuestra comunidad tiene nombre y apellidos: Pablo Casado y una estrategia histérica y desestabilizadora con varios frentes a batir y todos ellos, por cierto, de consumo interno. Adelanta las elecciones de Castilla y León para reivindicar su liderazgo y el resultado es que Isabel Díaz Ayuso le está comiendo la tostada. Cercado por la ultraderecha y por la presidenta madrileña, la respuesta de Casado es endurecer su discurso. Pero este endurecimiento para frenar el avance de Vox en la región le está jugando muy malas pasadas. El pasado fin de semana batió todos los records. En la hemeroteca quedarán grabadas frases tan solemnes como “ha sido atacada la remolacha”, “Esto ha pasado en el Parlamento de España, donde hay dos esculturas de los Reyes Católicos" o el patinazo que dio al hablar de Drácula y los zombis. Ignoro si las encuestas en Castilla y León le son más o menos favorables, pero su estrategia política está adquiriendo tintes de vodevil. Pero el vodevil ya no da más de sí. Lleva meses abonado a la confrontación para mantener viva la llama de la crispación por puro interés electoralista. Las acusaciones, los insultos, los bulos, incitan otras acciones como la vivida en Lorca en el asalto al pleno del Ayuntamiento por parte de un grupo de ganaderos y avalada por dirigentes de PP y VOX. Ni qué decir tiene el esperpento de la votación de la reforma laboral, una norma crucial para los trabajadores de este país. Un simple error en el voto de un diputado del PP consiguió que la reforma saliese adelante con el enfado mayúsculo de Casado y los suyos dispuestos a hacer casi cualquier cosa para tumbar al Gobierno aún a costa de los ciudadanos. En fin, un disparate tras otro para no ser tumbado por los suyos. Si los resultados, inciertos a día de hoy, no acompañan, el espectáculo puede acabar el lunes con la petición de que rueden cabezas. Sin guillotina y sin cesta.