Desde el Castillo

Gabino Puche

Dimitir sí se puede

Me da la impresión que hay demasiada gente en el ejercicio de un cargo público que piensa que el verbo dimitir no existe

 Dimitir sí se puede

Foto: EXTRA JAÉN

Irene Montero.

Me da la impresión que hay demasiada gente en el ejercicio de un cargo público que piensa que el verbo dimitir no existe en el diccionario de la lengua española o que no debe conjugarse, sobre todo si se tiene que aplicar a su persona. Sin embargo, no solo existe, sino también en algunas ocasiones es bastante saludable ponerlo en práctica y comprobar que dimitir sí se puede.

En su día -hace ya algunos meses- opinaba sobre el desastre que había supuesto la Ley del Solo Sí es Si, diseñada por el Ministerio de Igualdad, auspiciada por la Sra. Montero, aprobada por más de 200 diputados y bendecida por el Sr Presidente del Gobierno. Recuerdo,  que  abogaba entonces por una urgente retirada de la misma o al menos que se produjese una adecuada modificación que atajase de inmediato los efectos lamentables y nefastos que se estaban produciendo, ya que se beneficiaba claramente  al  agresor sexual y se perjudicaba gravemente a la víctima. Han tenido que transcurrir cuatro meses  desde su entrada en vigor, acercarse unas elecciones municipales, beneficiarse cientos de condenados por agresión sexual -en estos momentos cerca ya de seiscientos y pronto serán miles-para que Sánchez y todos los ministros del gobierno pertenecientes al PSOE hayan abierto los ojos y  se hayan dado cuenta de la necesidad de reformar o modificar tamaño disparate.



La manifestación pública del gran error cometido por el gobierno con esta ley del Solo Si es Si y la necesidad de su modificación, se ha plasmado en  una Proposición de Ley del grupo parlamentario socialista presentada en el Congreso   - de momento duerme el sueño de los justos y veremos por cuánto tiempo más–  que ha producido un  gran malestar en Podemos, en la Coalición de Gobierno y muy especialmente en la Sra. Montero  por su interés electoral contrario al del partido socialista, aunque bien es cierto que con la boca pequeña para así  poder seguir  manteniendo la poltrona ministerial. ¡Prietas las filas! Aquí no dimite nadie, aquí nadie asume responsabilidades, aquí nadie se hace responsable del desaguisado y del daño provocado.  ¿Será verdad que nadie pagará por tanto error y por tanto dolor causado? ¿De verdad Irene Montero se irá de rositas con la que ha liado? Lo cierto es que de  momento la  Sra. ministra,  no solo no  ha tenido la decencia de admitir su error, sino tampoco la dignidad y la vergüenza política de haber presentado su dimisión. Así las cosas, Irene Montero  debe  saber, que dimitir es un verbo que existe, que se puede conjugar y, por lo tanto, dimitir sí se puede. En cualquier caso, cuando un ministro no sabe o no quiere dimitir, debe de haber un Presidente de Gobierno con personalidad, coraje y valentía  que lo cese y lo mande a casa a descansar. En este caso al Sr.  Sánchez le han  faltado las tres cosas para hacerlo, así que hoy es mucho más corresponsable de lo que ya era en el daño causado y  será el único responsable del que todavía queda por llegar, que será mucho.