La Unión

Debo confesar, y confieso, que no tengo ni una sola oliva. Ni una, nada, cero. Ni perspectivas de heredar alguna, que le vamos a hacer. Pero en el mundo del aceite y el olivar atesoro cierto “estilo” y algunas debilidades y, por eso, os ruego que me dejéis escribir sobre una de ellas, la Cooperativa La Unión, nacida en Úbeda hace 91 años y reconvertida en el paradigma de la palabra de moda, la resiliencia; es decir, la fortaleza y la capacidad de superación ante dificultades extremas. Soy cliente de La Unión desde hace casi cuarenta años y, en casa, consumidores del extraordinario aceite que lleva su marca que, cada año, cuando la Navidad se acerca, también regalamos a nuestros amigos. ¡Gloria bendita!

Con motivo de la inauguración de lo que es una estupenda iniciativa, que han llamado “OleoUnión” (y que debe visitarse si o si), el pasado 4 de noviembre, tuve ocasión de decir públicamente ante el “Ghota” del olivar jaenero lo que muchos pensamos del trabajo de esta gran familia tras penar amargamente, perder cientos de cooperativistas y superar una situación extrema, de práctica liquidación, remontando el vuelo y, poco a poco, trazando una ruta que persigue la excelencia. A los actuales gestores, la constatación y el recuerdo de una administración desastrosa durante años, la perdida de cooperativistas y la superación de una angustiosa situación les ha servido para armar un proyecto serio y riguroso que hinca sus raíces, como siempre debió ser, y fue muchas veces, en el trabajo, el esfuerzo y la decencia, las banderas que La Unión ondeó en su exitosa y larga trayectoria. A lo mejor porque ahora saben (el presidente, Juan, y un equipo comprometido hasta las trancas con mayoría de mujeres) que lo importante no es el éxito, siempre pasajero y esquivo, sino el trabajo cabal y el mérito. La Unión avanza hacia el milagro, que ya toca con la punta de los dedos aceituneros como me decía un mandamás de DCOOP. El ser humano se engatusa fácilmente con las apariencias; y es verdad, pero no debemos confundir apariencia y realidad ni el éxito con la excelencia. Lo difícil no es tener éxito. Como escribió Albert Camus, lo difícil es merecerlo. Y, aunque lo merezcamos, algunas veces (y así ocurrió en La Unión hace años) la semejanza del éxito con el mérito engaña a hombres y mujeres. Al fin y al cabo el éxito no es más que el resultado, bueno o malo, de una acción y normalmente es pasajero.

Sin huir del éxito, ni buscarlo a toda costa, deberíamos trabajar como ciudadanos responsables por la excelencia, que no es más que la virtud del excelente, del “areté” griego, de la “virtu” romana libre de moralina; la virtud al estilo Renacimiento: cumplir con nuestro deber, sobresalir en nuestro comportamiento ético y en nuestro compromiso. Sin ética, sin comportamientos éticos, difícilmente podemos ilusionar o dirigir personas basándose en relaciones de confianza. No hay porvenir para nadie sin una conducta -personal, asociativa, empresarial, ciudadana, cooperativista o institucional- capaz de exigirse, de cumplir sus compromisos y de dar cuenta cabal de si misma; de ser ética que, en definitiva, es una forma más de ser universal.

El aceite de La Unión, por cierto, ha sido premiado por excelente en las últimas campañas, y así va seguir ocurriendo, estoy seguro. Los gestores de la cooperativa son conscientes de que hay que seguir trabajando duro y que si no se avanza recordando, se tropieza, porque ningún proyecto se puede edificar desde el olvido y el desdén. Por eso, un lema -“oleo vivificat”, el aceite da la vida- pintado en la pared les/nos recuerda nuestros orígenes y un cuadro colgado en las nuevas instalaciones del OleoUnión, rinde homenaje a los 56 cooperativistas que crearon la Unión (va para un siglo), y que, estén donde estén, aplauden confiados y sonríen porque La Unión, ya lo veréis, será un caso de estudio en las escuelas de negocio.