La chapa

Carlos Oya

"Sólo hablar"

Creo que está reflexión viene al caso a la hora de hablar sobre Errejón

La “gota fría” salvaje de hace dos semanas no sólo arrasó las tierras de Valencia y Albacete sino también el panorama informativo. Todo desapareció o con suerte pasó a segundo plano como las decisivas elecciones en Estados Unidos. No suelo escribir columnas “en caliente”. Espero y sopeso los pros y contras antes de la acometida. Ahora que a nadie le importa me gustaría señalar algunas cuestiones sobre el caso Errejón. Para empezar que la delación anónima es una práctica propia de la Inquisición y del régimen estalinista y no de los sistemas democráticos y que el estrambote es darle una credibilidad por la misma causa que habría que desconfiar de ella: el anonimato. Puede haber excepciones pero éste es el principio general. Por otro lado si nos vamos a llevar por los principios del “Yo sí te creo” pues cerramos los tribunales y que se juzgue a los demandados y demandadas con ordalías ¿Tengo que recordar ese episodio de alucinación colectiva (con los políticos de turno, Rajoy y Susana Díaz apuntándose) y visos de crisis diplomática con Italia en el que una secuestradora de sus hijos se paseaba en loor de multitudes por el solar patrio? Creo que está reflexión viene al caso a la hora de hablar sobre Errejón: una denuncia, archivada provisionalmente por la baja de uno de los abogados, de una actriz por presunta agresión sexual. Y una ambigua carta del político en cuestión de la que uno no saca nada en claro y aún menos la confesión de un delito punible a menos que lo sea la “subjetividad tóxica” (que tiemble Hegel) pero antes tendríamos saber qué es. Y no hay nada más… por ahora. Por supuesto puede que en los próximos meses tengamos más información fiable pero sobre esos frágiles cimientos se ha erigido el “Juicio Final” al político. Desde su partido se nos dice que ha confesado a lo que yo, como en el CLUEDO, me preguntó ¿qué ha confesado?, ¿dónde ha confesado?, ¿a quién ha confesado?… e incluso ¿ha confesado? De Errejón no sabemos nada desde que estalló la bomba. ¿No hubiera sido deseable, vistos los antecedentes y la por ahora falta de información, rebajar la vocería mediática? Pero era una presa demasiado golosa para dejarla pasar una vez que la habían puesto en bandeja con una manzana en la boca tanto para el cuarto poder como para los políticos y ya ha sido despellejada tanto por la derecha o por la izquierda tanto si es culpable como si no. Puede que informaciones posteriores aclaren la cuestión pero es impepinable que a Errejón se lo ha sometido a un “auto de fe” mediático y el capirote y el sambenito lo van a acompañar hasta la sepultura. Que luego sea inocente, no culpable o “el violador del ascensor II” es secundario. Lo primero es dar carnaza. En la obra maestra de Sidney Lumet “12 hombres sin piedad” (traducida con cierta licencia del original “12 angry man”) Henry Fonda pedía a sus colegas del jurado “sólo hablar” antes de condenar taxativamente a alguien. Quizá tanto políticos como periodistas deberían revisarla.