Sobre nuestras piedras lunares

Manuel Montejo

El dedo y la luna

Nuestra actualidad se alimenta de lo superficial, de la forma frente al fondo, de las apariencias antes que de realidades

 El dedo y la luna

Foto: EXTRA JAÉN

Ferrovial.

Un tradicional proverbio chino dice que cuando el sabio señala la luna, el necio se limita a mirar el dedo. Posiblemente no haya mejor forma de definir nuestra actualidad política que ésta: semana tras semana se suceden "acontecimientos" y "noticias", en apariencia trascendentales, que suscitan opiniones diversas y debates "profundos" pero que se diluyen y desaparecen del primer plano en unos días, antes de encontrarles solución, como si no hubieran ocurrido y, lo que es peor, sin que tengan consecuencias.

Nuestra actualidad se alimenta de lo superficial, de la forma frente al fondo, de las apariencias antes que de realidades. Los motivos son varios aunque todos relacionados: maniobras de distracción, negar u ocultar los problemas, mostrarse como solución en lugar de como responsables, etc. Y mientras la realidad nos sigue señalando la luna, prefieren que no la veamos, aferrándose a lo irrelevante (el dedo), en una actitud irresponsable y dañina. Veamos un ejemplo.

Hace un par de semanas la empresa Ferrovial anunciaba su salida de España, realizando una fusión/absorción con la que llevaría su sede a Países Bajos. Esta noticia ocupó titulares durante días, en un debate arduo en el que todo el mundo quiso dar su opinión, y fue discutida desde diferentes y enfrentados puntos de vista. Pasados unos días, sería de esperar algún análisis sosegado y profundo del asunto pero en su lugar nos encontramos con que ha desaparecido; ya estamos a otra cosa y a nadie le interesa ya saber qué pasó realmente y, sobre todo, por qué.



Sin embargo, la luna sigue estando ahí para quien la quiera mirar. Tan solo unos días después de lo de Ferrovial, se filtraba que Volkswagen se está planteando trasladar el megaproyecto de una planta de baterías para coches eléctricos desde Europa a Estados Unidos, buscando de esta forma una subvención de cerca de 10 mil millones de euros, dentro del paquete de estímulos con los que Estados Unidos pretende atraer la inversión industrial, especialmente europea. ¿No podrían estar relacionadas ambas noticias? Yo creo que sí pero mientras el asunto de Ferrovial se plantee en términos de política nacional, simplista y limitada, el debate con una perspectiva amplia se nos escapa y sufrimos las consecuencias, relegados de nuevo de lo importante.

La decisión de los Del Pino, presidentes de la empresa española, ha sido criticada desde el Gobierno y desde la izquierda oficial como la huida "antipatriótica" de unos privilegiados, que se han estado beneficiando de los contratos públicos y los beneficios fiscales del Estado y ahora se refugian en Países Bajos para pagar menos impuestos. Por su parte, la derecha española ha visto en ella la consecuencia de la acción de un Gobierno "comunista" que genera "inseguridad jurídica" y obliga a huir a las "pobres" empresas que "crean" riqueza en España. Cuesta encontrar más tópicos, falsedades y pensamientos mágicos en un sólo párrafo.

No voy a ser yo quien defienda a una empresa que es evidente que ha crecido con los contratos y las ayudas públicas, como el resto del sector industrial y empresarial español, ya que como sabemos nuestros grandes empresarios, muy liberales ellos, no avanzan sin su "paguita" en forma de contrato, ayuda o rescate público. Pero ello no es motivo para que no pueda tomar una decisión sobre su organización empresarial.

Por cierto, y sobre ese tema, nada dice ese mismo Gobierno de que esta empresa, como el resto de las más grandes, hayan disfrutado de créditos fiscales, aliviándose así de pagar el Impuesto de Sociedades durante años. Es algo que el Gobierno podría explicar, igual que el permitir que esta empresa, y otras del sector, hayan en la práctica creado un cartel para acordar ilegalmente un aumento de los precios de las obras públicas, por lo que han sido sancionadas en varias ocasiones pero sin que ello haya dejado de ocurrir. Por último, es también evidente que Ferrovial busca pagar aún menos impuestos en Países Bajos. Pero sobre esto también podría tener una posición política nuestro Gobierno, que es quien permite que un socio de la UE (por cierto el mismo que critica ferozmente a los "vagos" del Sur) actúe como un paraíso fiscal, haciendo dumping y competencia impositiva al resto de países. Vaya ejemplo de "Unión" europea.

El análisis de nuestra derecha es casi igual de infantil y falsario. La empresa no se marcha de España porque no haya seguridad jurídica (lo han desmentido ellos mismos) ni por el "acoso" de un Gobierno, que como hemos visto no puede ser más complaciente y benévolo con nuestro gran empresariado. Olviden ustedes los discursos y los mítines y vayan a lo que importa: "la pela". Las subvenciones y los beneficios fiscales, la facilidad para crear oligopolios y cárteles y las posibilidades de condicionar mercados y controlar los precios que tienen los grandes del Ibex son enormes y ese escenario ni se toca. Ninguna empresa se queja en serio de éste ni de ningún Gobierno porque lo importante está asegurado y no se les pone obstáculos a que sus beneficios sigan aumentando año tras año, mientras la pequeña empresa se hunde.

Ferrovial se marcha por razones económicas y estratégicas de la compañía, que no son las que se lanzan como exabruptos nuestros representantes políticos, pero que son importantes para nosotros como país porque nos dice qué pasa en el mundo y qué estamos haciendo. Las ventajas de Países Bajos para Ferrovial no son sólo fiscales sino también crediticias, de acceso a una financiación que está presente en esa especie de nueva "City" europea en la que se intentan convertir los holandeses tras el Brexit. Desde aquí operan las grandes empresas del continente que pretenden expandir sus negocios a EEUU, como Volkswagen. Y he aquí el motivo importante, como muestra la empresa alemana.

Los acontecimientos geopolíticos de los últimos meses nos muestran el rumbo que está tomando el proceso de la Desglobalización que, aunque algunos no quieran verlo, ha llegado ya. El comercio global ha cambiado y se están configurando dos polos estratégicos alrededor de EEUU y China, quienes están modificando su papel. Pretenden convertirse en los centros industriales del mundo ya que la pandemia, y cómo ha afectado a las cadenas de suministro, nos ha enseñado la importancia de producir por uno mismo, bien directamente en sus países (EEUU) o en sus áreas de influencia (China). Y para ello intentan atraer tanto a grandes empresas como a países, para que participen de su estrategia de crecimiento y enfrentamiento mutuo, por lo que tanto unos (Volkswagen y Ferrovial nos muestran el camino) como otros tienen que elegir. La UE no ha dicho nada y mira para otro lado, mientras Francia y Alemania intentan ponerse de acuerdo hacia donde debemos dirigirnos.

Para atraer a las empresas europeas (y con ello forzar a tomar decisiones a la UE), EEUU pone dinero encima de la mesa: grandes planes de infraestructuras por todo el país (¿no es a eso a lo que se dedica Ferrovial?), subvenciones a productos e industrias verdes, etc. China está dirigiendo su mirada hacia el Pacífico y Sudamérica, reforzando su capacidad tecnológica, pero mantiene sus intereses en Europa. Ambos tienen un plan, buscan reforzar sus países y sus intereses y toman decisiones que nos afectan al resto.

Y, ¿qué hacemos nosotros mientras? Ni España ni la UE están tomando decisiones que impliquen una postura firme y decidida, ni económica, ni industrial ni siquiera militar. Pero de eso mejor no hablemos; nosotros a la crítica superficial y falsa, a mirar el dedo mientras dejamos que otros se encarguen de la luna. Y así nos va.