Y el Jaén FS, ¿qué? ¿Otra vez campeón de la Copa de España? Pues sí, el domingo el equipo jiennense ganó la Copa por tercera vez en ocho años, aunque no sea ese el tema principal de este artículo, o al menos no del todo. Porque, si les soy sincero, la mayor parte de estas líneas fueron escritas el pasado viernes, cuando aún no se habían disputado siquiera los cuartos de final.
En estos tres días, el club deportivo más importante de nuestra provincia ha ido eliminando sucesivamente al actual subcampeón de Liga, y semifinalista de la Champions, y al anterior subcampeón de Copa de España para terminar derrotando en la final al equipo más laureado de la competición. Pero, como les decía antes, esta histórica victoria no es el único motivo de estas palabras.
Nadie puede decir que los resultados no son importantes en el deporte, igual que en otros muchos aspectos, pero creo que el mantenerse invicto por decimoctavo partido consecutivo y hacerlo en la octava final en ocho años tampoco es el mayor logro alcanzado por este equipo. Ni siquiera haber conseguido una tercera estrella que bordar orgullosamente en su escudo, aunque ayer nos hiciera disfrutar de lo lindo durante la final en Granada.
El Jaén FS ha conseguido algo mucho más importante que todo esto durante los últimos años. El Jaén FS se ha convertido en un ejemplo a seguir, en la máxima representación de cómo alcanzar unos objetivos desde la humildad y el esfuerzo y nos está proporcionando un inmenso legado a una toda una provincia, a una ciudad y a sus gentes, necesitados de alegrías y referentes.
Tras una década desde el último ascenso a Primera, este equipo, esta directiva y este técnico, han consolidado una forma de funcionar, y de ser, basada en la historia, el trabajo, la humildad y el orgullo. Los máximos responsables del club, con paciencia y una unidad a prueba de bombas, han mostrado de lo que es capaz un grupo humano que, a pesar de los resultados, tiene muy claro de dónde viene y a dónde quiere llegar, tomas las decisiones que considera adecuadas para conseguirlo y asume las consecuencias, tanto en las buenas como en las malas. Y quizás esto sea lo más importante para Jaén y para todos nosotros, con lo que deberíamos quedarnos.
Es fácil hablar hoy del Jaén FS. Es un día histórico y todo serán elogios, palmadas en la espalda y parabienes. Pero no debemos olvidar que los éxitos no son eternos. Al igual que en cualquier faceta de la vida, los resultados cambian y este mismo equipo, el mismo entrenador que ha logrado esta hazaña, era cuestionado hace tan sólo cuatro meses, cuando la pelota no entraba con tanta facilidad. Sí, puede que no se acuerden pero era así y no se trata de ser ventajista sino de empezar a apreciar qué es lo que realmente tiene valor y dónde estriban las dificultades. No se trata de ganar sino del proceso para lograrlo; de que el camino que se recorre hasta que aparece, de vez en cuando, el éxito, sea el adecuado; de que dependa de nuestro trabajo, aquel en el que confiamos y al que nos aferramos cuando llegan las dificultades, las críticas injustas y las exigencias. En Jaén, y cualquiera de nosotros lo sabe, es fácil triunfar puntualmente, en seguida encumbramos cualquier logro, porque no estamos acostumbrados a conseguirlos, pero es muy difícil mantenerse y, sobre todo, que se valore ese esfuerzo diario.
El legado del Jaén FS es éste: la enseñanza de cómo se debería trabajar y pelear por un sueño, también por y para Jaén. Pero desgraciadamente, hasta ahora, nadie se ha dado por aludido. Todos nosotros tenemos un diagnóstico más o menos claro de la situación de nuestra ciudad y de nuestras vidas, de cómo nos va en nuestro día a día, de nuestras perspectivas laborales, de en qué estado se encuentre nuestros barrios, de la falta de expectativas vitales y el éxodo de nuestros jóvenes, etc. Podemos, y debemos, sentirnos orgullosos de Jaén y sus fortalezas pero sin negar sus carencias y debilidades y, en base a ello, sabemos que es imprescindible tomar decisiones en sentido contrario a como se ha venido haciendo en los últimos años, sin repetir los mismos errores, y aplicando un poco de sentido común. Utilizar el ejemplo de nuestro Jaén FS nos haría confiar en las enormes posibilidades de nuestra gente, y ponerles en primer lugar, para, con esfuerzo, menos propaganda y menos fotos y las ideas claras, poder crear trabajo, actividad y un futuro para Jaén. Para ello se necesitaría, como en nuestro equipo, una dirección con la mano fuerte, sin deberle nada a nadie y sin guiarse por los resultados inmediatos, un grupo que se sienta responsable y, por tanto, asuma las críticas cuando la suerte no acompaña.
Hoy es un día para festejar y agradecer la emoción que a todos nos aporta este sentimiento amarillo. Sentirse orgullosos y reconocer la labor de jugadores, técnicos, directivos y una afición increíble, que representa a Jaén como nadie. Es el momento de hacer que la marea amarilla siga creciendo y más jienenses formen parte de este colectivo que comparte pasión y entrega a raudales, porque nos merecemos disfrutar. Porque otro mérito de este equipo es hacer que sea un triunfo de todos, que cuando el equipo de nuestra ciudad llega a lo máximo, sea un orgullo para todos los que vivimos aquí, mostrándonos que también somos capaces de construir proyectos ambiciosos.
A partir de mañana, habrá que no olvidar el legado que nos está proporcionando un club que ya está íntimamente ligado a la historia de la ciudad. Una relación idílica que aunque, desgraciadamente, se perdió durante unos pocos años, este grupo humano consiguió despertar de nuevo para involucrar cada vez a más jaeneros, alcanzando una masa social que también muestra esos valores: orgullosa, trabajadora y dispuesta a hacer feliz a muchas personas, sabiendo que esto va mucho más allá del juego y del resultado.
El Jaén FS, su gente, no solo nos representan hoy, presentando la Copa de España a todos nosotros, sino cuando se pierde, en las temporadas en las que no se logran los objetivos, en las que las críticas intentan esconder el esfuerzo y las dificultades o cuando no se acierta en las decisiones. Nos representa una directiva que ha capeado temporales, falta de apoyo institucional y escasos recursos económicos. Un cuerpo técnico ejemplar, dirigidos por alguien que siente y quiere tanto a esta ciudad que la antepone a ofertas deslumbrantes. Una plantilla que se deja el alma en cada partido, capitaneada por unos Jaeneros de adopción, aunque del otro lado del Atlántico, ya más símbolos de Jaén que muchos de los nacidos aquí. Una cantera que recorre Andalucía siendo un ejemplo. Unos trabajadores que hacen milagros con los recursos que tienen. Y una afición que se ha convertido en la mejor de España, un símbolo capaz de llenar cualquier pabellón que se le ponga por delante.
El legado para esta ciudad es el ejemplo de trabajo silencioso y superación, de la importancia de tener mucho talento pero acompañado de humildad, confianza en sí mismo y en el grupo al que se pertenece. Se trata de una herencia privilegiada que trasciende lo meramente deportivo y que debería impactar en Jaén y en todos nosotros, para mostrarnos el camino a recorrer. Gracias por el regalo, por el legado para una ciudad, esa otra Copa que nos ofrecéis.