Sobre nuestras piedras lunares

Manuel Montejo

Promesas que no valen nada

Necesitamos a alguien que tenga un plan y ganas de llevarlo a cabo, sin conformismo ni desidia

Una vez pasado el ecuador de la campaña, y a escasos días de la cita electoral, uno debería tener claro el proyecto de cada uno de los candidatos a dirigir nuestra ciudad durante los próximos cuatro años. Ante los numerosos problemas de Jaén, y de su Ayuntamiento, deberíamos haber podido contrastar las distintas soluciones que se plantean para afrontarlos o, al menos, conocer cuáles son las que personalmente más nos convencen, para así decantar nuestro voto hacia uno u otro lado.

Sin embargo, lo que hemos podido leer y escuchar en estos días es un poco más de lo mismo y nada parecido a un proyecto para Jaén, real y posible. En primer lugar porque lo que está ausente del debate es un diagnóstico preciso de los problemas de Jaén, que son de índole económica, social, laboral y demográfica. Así, sin esto, difícil que sepamos hacia donde quieren dirigirnos. ¿Qué tipo de ciudad quiere cada uno? ¿A qué nos vamos a dedicar: a la industria, al turismo o al olivar? ¿Qué plan tienen para reflotar un Ayuntamiento intervenido?

La mayor parte de las propuestas de nuestros candidatos se dividen en dos categorías: las ideas de "andar por casa" o las del "cuento de la lechera". Las primeras son pequeñas medidas de la gestión diaria de la ciudad que, aunque puedan resultar positivas e interesantes, no son suficientes para modificar el rumbo ni arreglar el desaguisado. Se puede hablar de agilizar licencias, avanzar en la digitalización administrativa o montar "ciberquioscos", de poner más arbolitos, de mejorar infraestructuras o de arreglar ésta o aquella calle pero todo esto no es más que lo mínimo que se le debe exigir a cualquiera que pretenda dirigir Jaén. ¿Piensa usted cumplir con su tarea de administrar eficientemente nuestra ciudad, adaptado a los tiempos y a las necesidades de sus ciudadanos? Enhorabuena; ese es su trabajo. Aunque uno saque pecho de lo que ha hecho estos años en este sentido y otros crean que no se ha hecho nada, pocas de estas medidas tienen que ver con cambiar Jaén y, lo más importante, mejorar nuestras vidas.



También nos encontramos con propuestas que no pasan de simples deseos o intenciones. Nada nuevo. Son todos aquellos proyectos, muchos de ellos repetidos, que han venido dibujando nuestro imaginario como ciudad durante décadas y, de los cuales, pocos han llegado finalmente a hacerse realidad, aunque por el camino nos han mantenido entretenidos. Hablo de Ciudades Sanitarias y de la Justicia o de Estaciones Intermodales, como antes eran los Museos Iberos y similares. Se trata de los mismos proyectos de siempre, que generan los mismos debates, a favor o en contra, y que, si algún día tenemos la suerte de verlos puestos en pie, quizás nos demos cuenta de que estaban siendo dirigidos por ciertos intereses o habían sido diseñados sin demasiada cabeza.

Un ejemplo. ¿Alguien podría explicar de forma convincente por qué extraño motivo se sigue proponiendo la "catetada", dicho sin acritud, de implantar una Estación Intermodal en Vaciacostales? En pleno siglo XXI, o casi XXII (como ustedes prefieran), no hay ciudad en Europa que se plantee trasladar su principal nodo de comunicación, todos sus autobuses y trenes, a 4 kilómetros del casco urbano. La propia Renfe tiene numerosos informes técnicos donde se explica los motivos, económicos y de transporte, para que la "anticuada moda" de llevar estaciones fuera de las ciudades haya quedado obsoleta y descartada. Por ello, las últimas estaciones construidas, rehabilitadas o ampliadas en España están dentro de su casco urbano. ¿Qué nos pasa en Jaén? A lo mejor habría que empezar a decir los verdaderos motivos: esa ubicación se eligió por cuál era la propiedad de los terrenos y porque Adif sólo estaba dispuesta a comprometerse con una estación "barata y pequeña" para Jaén. Y allí, perdida de la mano de Dios, les costaba sólo 7 millones, mucho menos de lo que invierte en otras ciudades. ¿Es eso lo que queremos? ¿La estación más barata como si fuéramos una ciudad de tercera? ¿Vamos a aceptarlo? Por favor, dejemos ya el absurdo debate, que solo oculta conformismo y falta de ideas.

Otro ejemplo. Seguimos hablando de construir vivienda en una ciudad con multitud de viviendas vacías, con barrios con necesidad urgente de rehabilitación y que, al mismo tiempo, pierde población año tras año. Este es nuestro mayor problema social: nuestros jóvenes, y no tan jóvenes, se van ante la falta de oportunidades. Y ¿qué se plantea para solucionarlo? ¿Se construyen más viviendas o rehabilitamos las casas vacías, de los barrios vacíos, para hacer ciudad? Porque un barrio desolado, con edificios solo, no existe, es un decorado. Eso sí, se puede rehabilitar también para hacer negocio, para atraer turistas a este decorado. Esta propuesta también está encima de la mesa, y se está empezando a realizar, aunque no se plantea un debate claro sobre qué queremos hacer; sobre si nos parece bien o mal. Sólo se "cuela" una propuesta como si no fuera importante. Y ya hemos visto que cuando algo no se explica es por algún oculto interés. Esperemos que tarde o temprano encontremos el motivo, igual que ahora se ha visto la rentabilidad que ha tenido el mandato en Madrid de Begoña Villacís, aumentando en estos años su patrimonio inmobiliario y ampliando el negocio de alquiler de su familia.

En definitiva, este tipo de proyectos siguen siendo "el cuento de la lechera". Parten de una necesidad evidente de nuestra ciudad, esconden intereses de algún tipo, no se explicitan públicamente y se espera que lleguen como caídos del cielo, porque nadie asegura una planificación para su construcción y financiación. Siempre dependen de alguien, la Junta o el Gobierno, y todo lo que hacemos en Jaén es discutir sobre el asunto, nada más.
Nos encontramos, por tanto, con que la mayor parte de las propuestas de esta campaña son promesas que no valen nada. No valen porque no están diseñadas atendiendo a un plan que pueda solucionar nuestros problemas pero porque además no hay, ni habrá, dinero para llevarlas a cabo. El motivo principal del escaso valor de estas y otras propuestas es la situación económica y financiera del Ayuntamiento. Primero, porque no es capaz de afrontar ninguna actuación de forma autónoma e independiente, por pura incapacidad financiera. Segundo, porque está formalmente intervenido y no puede realizar inversiones de ningún tipo en la ciudad, que no sean de mero mantenimiento. Por tanto, una vez accedan al Ayuntamiento, las propuestas tendrán que esperar a que haya dinero. No solo un presupuesto real, y no como los anteriores, sino una acción decidida para aumentar los ingresos y reducir los gastos municipales. Sin embargo, no encontramos en los candidatos ninguna solución real a este problema tan trascendente. No es sólo ya que nadie nos diga claramente quienes son los responsables de la enorme deuda (aunque ustedes se lo imaginarán: todos los alcaldes que ha tenido esta ciudad en los últimos 40 años… ¿o creen que alguno se salva?), sino que nadie dice la verdad sobre ella. Con la realidad presupuestaria de nuestro Ayuntamiento, se trata de una deuda perpetúa, que no se puede pagar. Entonces, ¿qué van a hacer con ella? ¿Hay algún plan que no sea seguir hacia delante como hasta ahora? Pero lo que yo verdaderamente me pregunto es, ¿si no tiene una solución para el principal problema del que esperan que sea su mandato, y que determinará su actuación, para qué se presentan?

Quizás la clave para comprender la ausencia de debate sobre la deuda es que el bloqueo que produce, del Ayuntamiento y de Jaén, es al mismo tiempo un problema y una solución para los candidatos. Cualquier promesa quedará en nada ante la incapacidad del Ayuntamiento para realizarla, lo que convierte a la deuda en la excusa perfecta: "yo quería pero no se puede". Pero también cualquier problema de la ciudad podrá ser afrontado desde esa perspectiva: "ojalá se pudiera hacer más pero con esta deuda..." Y siempre se podrá echar la culpa al Alcalde anterior, trasladando el problema cuatro año más, mientras se confía en algún proyecto del que hablar y discutir para entretenernos a todos.
Mientras, el tiempo pasa y los problemas de los jiennenses aumentan sin que nadie ponga soluciones encima de la mesa. Porque no olvidemos que Jaén no es un fracaso, sino que es lo que se pretendió que fuera, porque cumple un papel. Lo que ha pasado con nuestra ciudad no ha sido de forma natural o accidental sino que se han tomado decisiones para llegar hasta aquí. Para dejar de tener este papel y afrontar nuestro futuro se necesita una dirección. Pero, una vez vistas las propuestas de los candidatos, parece que seguiremos sin tenerla. Necesitamos a alguien que tenga un plan y ganas de llevarlo a cabo, sin conformismo ni desidia. Pero por ahora, sólo se aventuran promesas, promesas que no valen nada y que, como lágrimas en la deseada lluvia, se irán.