Sobre nuestras piedras lunares

Manuel Montejo

Vamos a contar mentiras

La realidad es que la Ley se va a proponer porque el PSOE no tiene suficientes diputados para gobernar

Al igual que en la popular canción infantil, creada para que los padres enseñaran a los hijos a no decir mentiras, nuestros "relatistas", tanto políticos como opinadores, han multiplicado en estos días su capacidad para crear relatos, es decir, mentiras y medias verdades. Así, la investidura de Pedro Sánchez va camino de convertirse en un cuento, que es la otra acepción de relato. Una historieta contada a este sufrido público según los intereses de cada uno de los cuentistas y, por tanto, bastante alejada de la realidad nuestra.

De entrada, hemos asumido un "marco", como se dice ahora, a mi juicio, falso, como es que los últimos resultados electorales, sin mayorías absolutas, provocan que la formación de Gobiernos estén en manos de las fuerzas de los "extremos", sean Podemos, Vox, Junts o cualquier otro partido minoritario que da su apoyo al partido gobernante. Además de que esta reflexión culpa directamente al votante, es falsa porque son fundamentalmente los partidos mayoritarios, PP o PSOE, quienes eligen socio en función de sus propios intereses y descartando otras opciones numéricas, que siempre las hay, incluido el apoyo entre ellos aun en forma de apoyo puntual para facilitar gobiernos en minorías. Por tanto, desde los Ayuntamientos al Gobierno de España, son habitualmente PP y PSOE quienes prefieren gobernar, y que su rival gobierne, con "extremos", bien para facilitar una efectiva oposición, para evitar "sorpassos" o por cualquier otro motivo. Que dejen de culpar a los votantes de una polarización y una crispación que ellos alimentan por interés partidista.



Y, con este caldo de cultivo, llegamos a los acuerdos del PSOE, y su socio Sumar, para la investidura de Sánchez. Acuerdos con Junts, pero también con PNV, ERC y Coalición Canaria, que han levantado a la derecha española en una nueva algarada en defensa de la "unidad de España". El PSOE ha intentado justificar la futura Ley de Amnistía, de la que, por cierto, hasta ayer no conocimos sus términos reales (por lo que sorprende tanto juicio previo, supuestamente jurídico), desde un sentido político algo distorsionado, como es la importancia de la ley como herramienta de pacificación, para recuperar la convivencia en Cataluña. Este relato parte del supuesto, o de la mentira, de la existencia de un conflicto político que afecta a gran parte de la población catalana. Pero la realidad es que la Ley se va a proponer porque el PSOE no tiene suficientes diputados para gobernar. Sólo por eso. ¿Alguien cree que si el PSOE y Sumar tuvieran conjuntamente 176 diputados plantearían la necesidad de solucionar ese "conflicto"? Creo que no.

Además, resulta extraño llamar conflicto político a las aspiraciones independentistas de dos partidos como Junts y ERC que en las elecciones del 23J pasaron de 1,4 millones de votos (en 2019) a 850 mil, ni siquiera llegando a un 25% del voto. Da la sensación de que el supuesto conflicto se ha ido diluyendo en los últimos años, por acción del Gobierno y por inacción del independentismo, al quedar al descubierto las contradicciones del relato "indepe". Y precisamente a ello pudieron contribuir los indultos que ya fueron la principal cesión de la anterior legislatura. Por tanto, resulta totalmente innecesaria para la situación actual una amnistía que tan cara pueda resultar al PSOE, si no fuera por conseguir los 14 votos de ERC y Junts. No hay más. Al contrario, todo esto sólo puede servir para avivar un independentismo que ya no daba para más.

Y para conseguirlos, el PSOE ha tenido que aceptar el relato independentista, con todas las mentiras y manipulaciones del "procés". Un relato creado por una burguesía catalana en la búsqueda de los beneficios económicos perdidos hace años, aunque para ello tenga que "sacrificar" a su pueblo, que no a sus propios miembros, pues nada es más llamativo que unos supuestos "héroes nacionales" capaces de ceder ante España con tal de no ir a prisión. Primero pidiendo indultos, ahora amnistía; es decir, usando el poder que le han dado las urnas para beneficiarse penalmente y siendo perdonados de esta forma  de delitos como el uso de fondos públicos para otro fin distinto al de los servicios públicos. Toda una hazaña.

Ese relato es difícilmente justificable por una coalición que se pretende de izquierdas, al igual que el hecho de atreverse a denunciar una situación de "lawfare", un delito, mientras que como Gobierno no se inician acciones para perseguirlo penalmente sino que se acuerda crear una "comisión" para investigarlo.

Por último, pero no menos importante, el problema de fondo del relato que intenta vender Sánchez es hacer pasar como positivo el pactar concesiones económicas que resultan más neoliberales y creadoras de desigualdad, quebrando la hacienda común, la Seguridad Social y la solidaridad económica entre comunidades, siempre a favor a las regiones más ricas y en detrimento de la redistribución, aunque también es cierto que ni es el primero ni será el último. Y menos aún cuando se acuerdan con la derechas nacionalistas, especialistas en obtener privilegios a costa del resto.

El independentismo catalán, por su parte, pretende también crear un falso relato de vencedores y vencidos, como si hubieran conseguido algún objetivo político relevante. Lo único a lo que agarrarse es la amnistía y realmente, en la letra del acuerdo, no se pactan sus términos sino que se comprometen a "acordarla", por lo que habrá que estar atento a la letra pequeña de su tramitación de cara a saber quién se beneficia y quién no.

En el mismo pacto, Junts considera legítima la declaración de independencia de 2017 pero el PSOE "niega toda legalidad y validez al referéndum y la declaración", por lo que da la sensación de que Puigdemont se olvida de la independencia, a cambio de la amnistía y del dinero, de lo suyo. Por ello, cede en sentarse a negociar un "referéndum al amparo de la Constitución" y renunciando a la unilateralidad. ¿Otro referéndum? Pero, ¿no reclaman la validez del referéndum del 1 de Octubre de 2017, que ya ganaron? ¿No declararon la independencia por el resultado de ese referéndum? ¿Por qué ahora no vale y hay que votar otra vez? ¿Qué clase de milonga de proceso de independencia es ésta? O, ¿sólo estaban negociando la salvación de sus causas judiciales? A cambio de quedar limpios, estos "héroes" obtienen más mesas de diálogo: ni referéndum ni nada. ¡Menudo relato van a tener que inventar para no frustrar a todos sus votantes!

Lo único que les va a quedar es mantener la amenaza continua sobre Sánchez durante cuatro años, porque la amnistía será recurrida y tardará en surtir efecto, y las concesiones económicas irán poco a poco. Pero como el objetivo político es quedar por encima de ERC, aunque el pacto con Junts y el de ERC vengan a ser lo mismo, Puigdemont se guarda la carta de amagar con romper el pacto antes de las próximas elecciones catalanas, porque Sánchez "no ha cumplido". Más relato.

Ante todo este panorama, la derecha española ha salido a la calle para defendernos. Y lo hace porque considera ilegítimo y casi ilegal toda esta negociación. O quizás lo hace porque quieren olvidar el resultado del 23J. A ver, señores del PP y Vox, estos pactos están suscritos por todos los partidos parlamentarios a excepción de ustedes, que según decidieron los españoles hace cuatro meses sólo representan al 45% de los votantes. Tienen 169 diputados. Si hubieran ganado, podrían arrojarse representar a la mayoría de los españoles, pero no pueden. Punto. Que haya mucha población en desacuerdo con la amnistía y otra mucho más preocupada por sus problema diarios, no hace Presidente a Feijóo ni a Ayuso ni a Abascal, por más que ustedes quieran.

Este es el principal problema de la derecha española: ya se habían repartido los cargos que esperaban tener a partir de las elecciones y no se hacen a la idea de tener que esperar otros cuatro años. Porque la realidad es que lo que ha pactado Sánchez no está muy lejos de los indultos que el PP ha realizado a amiguitos, defraudadores fiscales y demás calaña o de las concesiones que tanto Aznar, como también González y Guerra (nuevos adalides de la derecha conservadora), hicieron a Pujol. ¿No se acuerdan? Pues ni entonces se rompió España ni lo hará ahora, aunque tanto los de entonces como los de ahora sean unos acuerdos injustos, interesados y perjudiciales para muchos españoles.

Estos discursos apocalípticos son los mismos que se proclamaron tras los indultos de 2021 a los dirigentes independentistas y ni el Estado de Derecho ni la Democracia desaparecieron. Es más, hace cuatro meses hubo unas elecciones generales que volvió a perder el PP. Será por algo, ¿no? Dejen de pretender que se tenga que volver a votar hasta que a ustedes les agrade el resultado. Cuestión distinta es que pretendan iniciar su oposición  con manifestaciones masivas contra el Gobierno, como las del domingo. Tendrán que repetirlas durante cuatro años e ir perfilando un candidato que les haga ganar, porque llevan dos fallidos. Pero, si tuvieran algo de memoria, las harían sin apelar a las mentiras de un Presidente del Gobierno. Porque las de Sánchez son del mismo nivel que las de Rajoy, quien al ganar en 2011 prometió bajar el paro para a continuación aprobar una reforma laboral que condenó al paro y a la precariedad a miles de españoles.

Tampoco parece de recibo que hablen de igualdad los especialistas en evasión fiscal y el recorte de servicios públicos; los que llevan haciendo concesiones a nacionalistas desde hace décadas. La igualdad entre españoles no se va romper ahora por el pacto de Sánchez. La desigualdad, propiciada por PP y PSOE, es la dinámica sistémica de este país en los últimos 40 años. Y en esta tierra lo sabemos bien, a no ser que se esté cegado por el partidismo o el nacionalismo.

En un relato surrealista, el PP se abraza a esa igualdad que nunca le ha interesado y proclama que “media España se va a desangrar por las concesiones a los nacionalistas”, dándole en ese momento la razón a Puigdemont, cuando miente con que media España vive de Cataluña. Mejor haría el PP en volver a una oposición seria porque ellos sabrán si les conviene hacerla de la mano de VOX, un partido necesitado de una crispación similar a la de octubre de 2017 para volver a crecer a costa del PP. Justo ahora que los populares parecían recuperar al electorado que le arrebató VOX durante los meses del desafío independentista, está situación puede ser lo peor que le pueda pasar a Feijóo.

Todos estos relatos partidistas, y otros muchos que circulan por ahí, esconden que volver a favorecer económica y socialmente a Cataluña y Pais Vasco es lo mismo de siempre. Las dos Españas reales no son las de PP y PSOE sino las que aparecen en el mapa de rentas que refleja las enormes diferencias de ingresos entre el norte y el sur, y que explica porqué la esperanza de vida, el sueldo medio y la tasa de paro son tan diferentes entre los territorios que componen España.

La desigualdad surge con la diferente la estructuración económica y vertebración territorial del Estado desde hace siglos, con el aislamiento de territorios desindustrializados y en los que los proyectos que nos pueden sacar de la depresión se eternizan por lustros y décadas, en los que no se atiende la pérdida de población constante que provoca un deterioro de servicios públicos en una sociedad  envejecida y con el mantenimiento de territorios extractivos que dejan sin nada a sus vecinos infrafinanciados.

Esta realidad de España nunca está en sus relatos, o sólo cuando se acercan las elecciones en la España pobre. Mientras llegue ese momento, seguiremos con el “vamos a contar mentiras, tralará”.