Eventos consuetudinarios

Pepe Fernández

La sanidad embiste... con dos pistones

El pasado martes, día de los enamorados, muchos espectadores de televisión se sobresaltaron al escuchar que anunciaban un encuentro “histórico”. ..

 La sanidad embiste... con dos pistones

Foto: EXTRA JAÉN

Juanma Moreno con los dos "cordobeses".

El pasado martes, día de los enamorados, muchos espectadores de televisión se sobresaltaron al escuchar que anunciaban un encuentro “histórico”.  Al momento en la pantalla aparecieron las figuras sonrientes de un padre y su hijo abrazados; un padre que nunca antes quiso reconocer su paternidad biológica a pesar de ser como dos gotas de agua y haberlo dictaminado la Justicia hace seis años. Precisamente por eso calificaban de 'histórica' la foto de Manuel Benítez y su hijo, también torero, Manuel Díaz y que mereció en diversos espacios informativos abrir la crónica social de la emocionada jornada vivida por el creador del “salto de la rana” en su veinte cumpleaños como 'V Califa' del toreo.

Hablando de cuernos. Esto sucedía el mismo día que la famosa vedette Bárbara Rey empezó a levantar por vez primera en público el pico de su alfombra, contando -mucho menos de lo que se esperaba- sobre su etapa (años) vivida como amante de Juan Carlos de Borbón que, confesó entre otras cosas, le contaba “secretos de Estado” en la intimidad. La artista murciana tras su relato acaba dando mucha pena, como una víctima más de hoy Rey Emérito.



Tres toreros en el redondel

Pero la foto más comentada del martes fue la de Córdoba, en un sarao institucional de la Universidad homenaje a 'El Cordobés' y a favor del mundo taurino, donde el presidente de la Junta, con atributos escénicos propio de estar en campaña, se coló de rondón y pudo participar de la foto histórica del torero y su hijo otrora repudiado, nunca reconocido públicamente como tal hasta ese mismo momento, 54 años después. La foto bien podría titularse 'El padre, el hijo y el Espíritu Santo’, esto es el Juanma Moreno omnipresente, compitiendo en gasto de combustible con el Falcon de Pedro Sánchez, en precampaña desde hace meses.

Sin duda todo un acierto desde el punto de vista del marketing político, especialidad en la que el actual gobierno de la Junta  siempre obtiene sobresaliente cum laude. Porque si nos fijamos con cierto distanciamiento del día a día comprobaremos que no le falta razón a la oposición andaluza en general cuando acusa al presidente de vivir permanentemente instalado en un país artificial, de fantasía, donde los problemas son ocultados en la trastienda, para que no se vean ni se escuchen, aunque algunos se padezcan con dureza por la ciudadanía.

215 autónomos españoles cierran a diario, de los cuales por lógica estadística un porcentaje importante son andaluces. El comercio es el sector más perjudicado del trabajo autónomo, con 19.000 cierres en 2022 y 6.700 más sólo en enero de este año. Qué callado está últimamente don Lorenzo Amor, hasta hace pocos meses figura recurrente junto al poder, perejil en todos los eventos institucionales de la Junta del PP. El presidente  Moreno parece haber optado por una línea de actuación política más divertida, más guay, esa que consiste en estar en permanente campaña electoral. Vender muchas promesas de futuros,  inversiones por llegar, mucho humo, sin olvidar venderse a sí mismo. Y lo que es peor, pretendiendo que los usuarios de la sanidad pública andaluza comulguen con ruedas de molino mientras se desesperan en larguísimas esperas.

Y más cosas, algunas escandalosas y grotescas, como el incomprensible comportamiento político de Moreno en el lodazal de Marbella; ante todo lo que está apareciendo sobre Ángeles Muñoz el líder del PP-A demuestra más cobardía política que prudencia. Moreno Bonilla parece incapaz de sostener en público lo que dice su entorno que opina en privado sobre el asunto Marbella políticamente infumable. Por eso no actúa ni releva a Titi como candidata del PP, desoyendo a quienes le advierten del grave error que se está cometiendo en un feudo malagueño de interés estratégico para el partido y sus dos principales líderes, Bonilla y Bendodo. Una señora no investigada judicialmente, cierto, pero suspendida en ética, estética y transparencia en asuntos  relacionados con su sorprendente patrimonio aflorado de pronto y valorado en más de doce millones de euros.

En el BOJA, con agosticidad

Desde julio, dos semanas después de ganar la mayoría absoluta, estaba cocinándose un guiso exquisito destinado al sector privado de la sanidad andaluza. De hecho hasta en el Boja salió publicado, con todo el mundo de vacaciones en las playas sin Covid. Lo descubrió y lo hizo público a través de un tuit el periodista  onubense Perico Echevarría y han tenido que pasar seis meses hasta que Izquierda Unida ha logrado ponerse a trabajar y denunciar tan arriesgada como peligrosa operación en detrimento de la sanidad pública.

El presidente del gobierno  andaluz de momento no se ha arremangado para evitar  que pueda suceder aquí lo de Madrid con Díaz Ayuso o años atrás lo de Spiriman cuando gobernaba Susana Díaz.

El máximo responsable político del gobierno andaluz desarrolla una agenda pública como si viviese en otra comunidad, en otro mundo, insistiendo en un discurso que de tanto repetirlo resulta cansino, dedicado casi siempre a las bellezas naturales de una Andalucía “que va bien” según certifica desde su autoridad casi a diario, cada vez que tiene ocasión.

El presidente también debería dar la cara ante los andaluces y explicarles de forma que se entienda por qué corre riesgo de colapsar la sanidad andaluza, a la que se le han destinado más millones que nunca en su historia, reforzada esa inversión con gran parte de fondos extras llegados desde Madrid y Bruselas. Construir hospitales sin dotación de personal es hacer un pan como unas tortas como sucedió en el Militar de Sevilla. Que la atención primaria corra el riesgo de ser privatizada, tal y como se interpreta tras la información denunciada por la dirigente de IU Inmaculada Nieto, es un motivo más que suficiente para que aumente el grado de hartazgo y miedo de la sociedad usuaria de nuestro servicio regional de salud. La formación “Por Andalucía” criticó en su denuncia que la orden «también fija la cuantía para las (intervenciones) que se realicen en la propia red sanitaria pública en un movimiento inédito por el que las empresas privadas podrán utilizar hospitales y centros de salud públicos para desarrollar actos clínicos que previamente les haya derivado el SAS».

La gente es capaz a la hora de votar de olvidar o perdonarle muchas cosas a un político gobernante, excepto en dos cuestiones básicas como son la sanidad y las pensiones. Están jugando con fuego y deberían saberlo. La consejera Catalina García no parece muy acertada como gestora de ese monstruo llamado Servicio Andaluz de Salud (SAS); seguramente sin pretenderlo le está echando más leña al fuego en tiempos preelectorales, cosa que suele generar gran nerviosismo entre la propia familia política. Tantos meses de sigilo transcurridos invitan a sospechar que se ha querido ocultar deliberadamente y con agosticidad un paso más en el engorde económico del sector sanitario privado andaluz que crece y crece, mientras el sector público se consume en el atasco y las carencias o sencillamente desaparece como ha ocurrido hace unos días con el funcionamiento de la Unidad de Ictus de Huelva.

Un 45% más para la privada

El gasto en asistencia sanitaria con empresas privadas se ha incrementado en 2022 en un 45% respecto a 2021. Ha pasado de 454,5 millones de euros en 2021 a 661,22 millones de euros en 2022. Datos bastante elocuentes que justifican y explican la preocupación social que empieza a detectarse en Andalucía con estos movimientos a traición.

Solo el presidente Moreno tiene en sus manos  la capacidad política de mandar a parar, poner orden y resolver el caos sanitario andaluz, insisto, agravado ahora ante la posibilidad cierta de que nuestra salud caiga en manos del sector privado cuyo principal objetivo es ganar dinero, nunca perderlo.

Moreno Bonilla no solo dedica su agenda a decenas de actos institucionales públicos, algún tiempo le queda para hacer política de altura sentado en su sillón de San Telmo. Especialmente contra Pedro Sánchez y su gobierno al que ha llevado al Constitucional por la subida generalizada a las grandes fortunas. Alegan que el ejecutivo de Madrid 'invade competencias' propias de la comunidad, lo que en realidad se traduce para la oposición como un descarado trato de favor a las fortunas más importantes que tributan en Andalucía y que el PP considera que son parte esencial de su red clientelar.

Con cuatro años largos ejerciendo como presidente es ahora, en esta su segunda legislatura, cuando Juanma Moreno se está empezando a destapar, pasito a pasito, como un señor de derechas de toda la vida. Detrás de esa pose moderada y dialogante se oculta un hombre capaz de seguir a rajatabla los dictados ideológicos de su partido, aunque sea algo que niegue sistemáticamente prometiendo que siempre antepondrá los intereses de los andaluces a los del PP.  No se recuerdan en estos años broncas o grandes desencuentros ni con Rajoy, ni Casado y por supuesto Feijóo en asuntos de interés para los andaluces y que no sean las luchas internas por el poder en el partido. La gran jugada urdida por Moreno Bonilla y Elías Bendodo, cargarse a Pablo Casado y aupar al líder gallego Feijóo, visto con la perspectiva de un año intenso, fue una de las claves más decisivas del éxito de Juanma Moreno y el PP  andaluz en las autonómicas del 19J. Sin el terremoto del 23F en Génova 13, que supuso el cambio radical en la dirección del PP, Juanma Moreno seguramente hoy estaría gobernando la Junta, sí, pero prisionero de la excéntrica Macarena Olona y de la extrema derecha de Vox. Escalofríos entran con solo pensarlo.

Si repasamos la historia de estos años de autonomía, encontraremos reiteradas mayorías absolutas del PSOE de Andalucía, fenómeno salido de las urnas y por tanto nada novedoso para los andaluces que sabemos mucho de rodillos, enchufes, redes clientelares, chiringuitos y paniaguaos. También resulta curioso el enorme paralelismo que se percibe entre las mayorías de la izquierda y las de la derecha, nunca desaparece el sectarismo, pecado transversal que todos cometen y acaban penando.

La historia también nos demuestra que hay mayorías que duran solo cuatro años, incluso ocho y el votante andaluz de 2023, salvo que sea militante activo de un partido, es dueño exclusivo de su voto y ha aprendido a utilizarlo libremente cada vez que pisa un colegio electoral.

Juanma Moreno, ahora tan amante y promotor de la tauromaquia, no debería olvidar que el toro negro zaino de la sanidad embiste tanto por la izquierda como por la derecha, por dos pitones peligrosos según la posición del espada de turno. Permanecer en barrera, aunque sea junto a dos renombrados toreros, no es lo que la afición está esperando hoy del presidente de la Junta de Andalucía.