La bisagra

Raúl Beltrán

De la política a los influencer

Pon un reel en tu vida, un filtro, una sonrisa, mete barriga, saca pecho y a pescar votos

Fue en los últimos tiempos de la posguerra que apareció la figura del charlatán por todos los rincones del país. Cargados con su mesa plegable y su maleta trovaban las bondades de sus variopintos artículos que compraban a mayoristas y con los que encandilaban a una sociedad, que aún pegada a la radio, abría los ojos para ver pedacitos de futuro.

Fue hace apenas una década, con la maquinaria de la propaganda política bien engrasada con el sebo del deshielo de los ideales, que aparecieron los blogueros, los youtuber y los influencer digitales. Y como los charlatanes sesenta años antes inundaron nuestras pequeñas pantallas para mostrarnos porciones celestiales, que por un módico precio, podíamos coleccionar de forma copiosa, un poquito cada mes, hasta engarzar la cadena feliz que nos amarrara a este pedazo de cielo terrenal.

Y así, poco a poco se hicieron con nuestro bolsillo y nuestro seso, como dioses olímpicos que con sus maletas repletas de baratijas brillantes copulaban con nuestro deseo procurando el héroe contemporáneo, tan invencible como el clásico, tan orgullosos como Heracles o Helena.



Y fue hace apenas unos días que los políticos, ante los vítores del pueblo entusiasta, se convirtieron en influencer, rodeados de una corte de aduladores de móvil facilón y vacilón. Total, para qué gestionar a quienes no quieren que los gestionen. Mucho mejor ser un charlatán simpático a golpe de reel en las redes que un gris político tratando de ofrecer servicios dignos a quienes no los reclaman.

Pon un reel en tu vida, un filtro, una sonrisa, mete barriga, saca pecho y a pescar votos, que las conciencias y los ideales ya los digirieron nuestros padres.

Y en esas estamos, con alcaldes y concejales dando lo mejor de sí mismos, sonrientes, diciéndonos lo listos y buenos que son y lo tontos y malos que son los otros, y la de tesoros y aventuras que nos aguardan, hasta que dicen: ya está, corta, y asoma el rostro enjuto, la mueca torcida y el gesto inquieto del que sabe que en cualquier momento, alguien de su séquito, soltará a los perros para que lo destrocen y otro héroe ocupe su lugar con mejor dicción, móvil, filtros y estómago.

Feliz año y próspero fin de mes.