Ayer el bloque conservador del Tribunal Constitucional, el de derechas, impidió votar en el Senado la reforma sobre su propia renovación y cumplir así con la Constitución y la representación que este órgano debe tener según la mayoría del Gobierno en el Congreso de los Diputados.
Eso provocó que, por una mayoría de seis a cinco, el pleno paralizara la reforma legal del Código Penal planteada por el Gobierno. El tribunal de garantías rechazó apartar al presidente González-Trevijano y al magistrado Narváez, con el mandato caducado y abiertamente conservadores, de derechas, que se niegan a dejar sus cargos y que otros colegas que no voten al PP o VOX puedan ejercer su derecho representativo en el Tribunal Constitucional.
Vamos a hablar claro de una vez. A los señores de la derecha, los que se esconden en las banderas de España vistiendo su ideología de patriotismo para no mostrar que en pelotas lo que son o quieren ser es el señorito Iván de siempre, el de Los Santos Inocentes de Delibes, el verdugo de Paco, Azarías y Régula; a ellos, esto de la Democracia se la suda, porque creen que moralmente están por encima de la izquierda, que las mayorías suficientes que gobiernan en otros países europeos, aquí son gobiernos Frankenstein, que qué coño es esto de que un puñado de descamisados se atrevan a pisar los órganos que rigen nuestro país.
A la derecha de este país parece que le dan arcadas el sufragio universal, porque piensan que el voto de alguien de izquierdas no vale lo mismo que el del señor González-Trevijano. Por eso tienen secuestrado el Poder Judicial desde hace cuatro años, para que las reformas del Gobierno de calado no salgan adelante.
Seguramente a muchos de ustedes, inmersos en las compras navideñas y en la rutina festiva de estas fechas, les dé igual que el Tribunal Constitucional frene la labor legislativa del Gobierno, pasándose por el forro la mayoría popular de un país, pero el bloqueo antidemocrático de estos cuatro años desde la derecha no es más que el ejemplo práctico de que la democracia para ellos es un lujo que los imbéciles y descerebrados Paco, Azarías y Régula de este país no se puede permitir.
Digan de verdad lo que piensan, señores de la derecha, yo ya lo sé, pero me gustaría escucharlo de ustedes, porque de sus votantes, lo oigo cada día.