La bisagra

Raúl Beltrán

Egun on, bon dia, bos días, buenos días

Se levantan porque se rompe España, pero no cada vez que alguien le rompe el cráneo a una mujer o la cose a navajazos o le pega un tiro o le da una paliza

 Egun on, bon dia, bos días, buenos días

Foto: VOX.COM

Vox se ausenta del Congreso.

¡Con la facilidad que tenemos en este país para usar a diario palabras como crowdfunding en lugar de micromecenazgo, full time, en lugar de todo el tiempo, networking por redes de contactos profesionales o master class por clase magistral! ¡Que chic queda! ¡Qué interesante y cosmopolita! Por no hablar de la interminable lista de nombres incorporados por la RAE de otros idiomas, por ejemplo del inglés, como güisqui, wasap, cóctel, beicon, pícnic, cámping, párking, cómic, béstseller, cátering o el mismísimo fútbol.
¡Oh el balompié! Eso sí que es una torre de Babel que sienta cada día a millones de telespectadores a escuchar las declaraciones de sus entrenadores, jugadores y presidentes en cualquier idioma del mundo, con sus subtítulos o sin ellos, porque el fútbol es así, ¿verdad?

Sin embargo, que los diputados del Congreso puedan utilizar la lengua de las provincias por las que han sido elegidos, ya sea el euskera, catalán, gallego o español levanta ampollas a buena parte de los españoles y sobre todo, a los salvapatrias y guardianes del decoro y la unidad ‘Pelaya’ de España, tan grande y libre, como idiota y santa. Claro, como crecimos viendo normal y aplaudiendo en la dictadura que todas las películas se doblaran y nadie pudiera ver una miserable cinta en versión original hasta bien entrados los años ochenta (salvo en los club de cine) y que nuestro país hablara en español, euskera, gallego o catalán una hora después de lo que le correspondía, porque adoptamos la franja horaria de Berlín para solidarizarnos con los pobrecitos alemanes que mataban a millones de judíos, hablasen el idioma que hablasen, pues eso; que sigue habiendo señores y señoras, independientemente del idioma que usen o susurren en la intimidad, que se sienten ofendiditos porque su vecino quiera hablar en su lengua y se levantan de sus bancadas y dejan los pinganillos y se ausentan del congreso porque su patriotismo no les permite ver en vivo y en directo como se rompe España, pero no se levantan cada vez que alguien le rompe el cráneo a una mujer o la cose a navajazos o le pega un tiro o le da una paliza.

En una ocasión José Ortega y Gasset tuvo un pequeño desencuentro dialéctico con el escritor y diplomático español Salvador de Madariaga, sobre algún tema (con toda seguridad) de gran enjundia intelectual. Madariaga, o alguien en su nombre, defendió la cuestión aludiendo al hecho de que el diplomático hablaba cinco idiomas. Ortega y Gasset dijo: “Eso sólo quiere decir que Salvador es tonto en cinco idiomas”.



Pues eso, la idiotez no entiende de idiomas, pero quienes nos representan deben entender de convivencia y sentido común y si el problema es el coste de los traductores y los pinganillos, que hagan un crowdfunding, que yo pongo diez pavos e invito a una ronda de güisqui.