A simple vista, el nuevo modelo de financiación y el reparto de los fondos para las universidades públicas andaluzas, en el que la Universidad de Jaén perdería más de 8 millones este año y, en el mejor de los casos, se quedará con la misma aportación del pasado año por parte de la Junta de Andalucía hasta 2026, con la merma en su capacidad de financiar no solo proyectos nuevos, sino de afrontar el gasto corriente de la institución, que se incrementa por ley, puede parecer solo un agravio más a Jaén y a nuestro territorio, que lo es. Sin embargo, a poco que profundicemos en la naturaleza de la medida que plantea la Consejería de Universidades, podremos comprobar que no responde más que a un movimiento más en el paulatino deterioro de lo público en pro de los intereses privados de grandes lobbies de poder.
El nacimiento de la Universidad de Jaén, junto con la de Huelva y Almería, allá por 1993, fue una de las iniciativas políticas, llevada a cabo por un gobierno socialista, más importantes en el avance de la convergencia de territorios menos favorecidos históricamente en nuestra comunidad. Ahora un gobierno del PP pretende establecer un modelo de reparto que ahonda en el desequilibrio. No es nuevo, en esta carrera por ensombrecer lo público llevan años participando todos los partidos, ya sean de izquierdas o de derechas, con una salvedad: mientras la izquierda busca contener el gasto público, la derecha quiere suprimirlo lo antes posible. No nos engañemos, ambas opciones van en detrimento de los servicios públicos de los que gozamos los ciudadanos, pero siempre hay estadios.
La dimisión del rector de la Universidad de Jaén, Juan Gómez, como presidente de la Asociación de Rectores de Universidades Públicas de Andalucía (AUPA) lanza un mensaje claro de lo que puede suponer esta merma en la financiación para la UJA. El problema radica en los parámetros que se han utilizado para el reparto del presupuesto total de la Junta entre las Universidades, ya que se penaliza a aquellas que captan menos fondos externos de financiación. Así, cuatro universidades andaluzas crecerían hasta 2026, como es el caso de Granada, Almería, Cádiz y Córdoba, algunas de ellas más de un 12%, cuatro perderían, Jaén, Málaga, Huelva y Pablo de Olavide, mientras que la de Sevilla se mantendría igual.
Modelo perverso
Como el rayo que no cesa el mensaje es claro por tanto: la inversión se va a reducir, o mantener como mucho, así que aquellas universidades que captan menos fondos del tejido productivo de sus territorios deben ponerse las pilas si quieren ser competitivas en el futuro. Pero este modelo perverso en lo público no tiene en cuenta que la capacidad de financiación externa está muy relacionada con la situación socioeconómica en la que están inmersas las universidades. Difícilmente la Universidad de Jaén puede suplir el hachazo presupuestario con fondos privados en una provincia relegada a los últimos puestos de desarrollo del país, con un peso tan alto del sector agroalimentario y mucho menos con 29 años de historia, mientras otras cuentan con siglos de implantación en sus territorios.
Insisto, el modelo es el del deterioro de lo público para procurar el trasvase a un sistema público-privado o concertado que estamos hartos de escuchar en los fríos y neoliberales discursos de la derecha. Lleva pasando años con la Sanidad y en la Educación Primaria y Secundaria. No hay más que ver el ejemplo de las políticas de Ayuso en Madrid, a las que poco a poco se va sumando el PP de Juanma Moreno.
Coincide, además, este modelo injusto, que busca arrinconar la inversión pública y dejarla en la mínima expresión, con la aprobación el pasado mes de febrero por el Consejo de Gobierno de la Junta de dos nuevas universidades privadas en Andalucía: la Universidad Fernando III el Santo, que se ubicará en Sevilla, cuya pública ve como su inversión se congela, y a la Universidad Tecnológica Atlántico-Mediterráneo (Utamed), que será on-line, es decir, una especie de UNED, pero ligada a un grupo de comunicación de fuerte implantación en Andalucía, como es el grupo Vocento. A buen entendedor pocas palabras bastan.
En cualquier caso, el modelo de financiación que pretende la Junta, además de ahondar en el desequilibrio territorial, es una torpeza política de Juanma Moreno, a las puertas de una elecciones, pero sobre todo supone un ataque directo al principal motor de desarrollo de la provincia de Jaén, su universidad, que lleva años vertebrando y tratando de dimensionar el tejido productivo de Jaén.
Sólo le faltaba a Jaén que también tocaran a su Universidad. Esta afrenta financiera es aún más grave que la del Plan Colce, porque actúa sobre un activo con tres décadas de crecimiento sostenido. El Colce no lo teníamos, pero la UJA es la arteria principal de nuestro futuro.
Afrenta
Por último, me van a permitir que por una vez en un artículo de opinión haga referencias estrictamente personales. Yo nací en Jaén en 1972, en los últimos años del Franquismo. Crecí en el Polígono del Valle, en las moles de tonos ocres de protección oficial que la dictadura alzó en pleno campo, junto al cerro de las Misericordias, que 50 años después sigue igual. Es solo un cerro. Estudié en el colegio público Cándido Nogales, en el paraje conocido como Las Lagunillas, junto al entonces Colegio Universitario, que dependía de la Universidad de Granada, cazando ranas en sus aún terrenos pantanosos, bañándonos a escondidas en la piscina putrefacta llena de sepa dios qué productos de Zeltia, un grupo de empresas químico-farmacéuticas que tenía una factoría junto al colegio (entenderán ahora el alcance de mis taras) y chinchando al pastor que con su rebaño se resistía a abandonar el costumbrismo tardofranquista aún de carencias y piojos. Recuerdo que, en los últimos cursos de EGB, acudíamos algunos escolares a comer durante el recreo bocadillos de salchichón al edificio de Derecho, hartos de los raquíticos bollos que preparaban los conserjes del colegio.
Fui de aquellos jóvenes jiennenses que salimos a estudiar fuera gracias al esfuerzo y cariño de mis padres y al cobijo que mis tíos me dieron en Madrid. Era el curso 89-90 y aún faltaban cuatro cursos (93-94) para que la Universidad de Jaén comenzara su andadura. Tras mi periplo madrileño conocí la ingratitud laboral del Foro y, junto a un compañero de Periodismo fundamos el primer periódico de la Universidad de Jaén, allá por el año 96-97, “La Lagunilla”, siendo rector Luis Parras. Algunos de ustedes aún lo recordarán. Un año después continué mi aventura empresarial en Huelva, con el periódico ‘La Canoa’, en otra universidad que nació a la par de la de Jaén y la de Almería.
Después, mi vida profesional como periodista también ha estado ligada a la Universidad de Jaén. Por eso, quiero concluir este artículo con los versos que popularizó Jorge Cafrune en sus ‘Coplas del payador perseguido’: Si me dicen "señor"/Agradezco el homenaje,/Mas soy gaucho entre el gauchaje/Y soy nadie entre los sabios,/Y son para mí los agravios/Que le hagan al paisanaje.
Larga vida a la Universidad de Jaén.