Toca, como cada año por estas fechas, ponernos manga larga, aunque el tiempo aún no lo pida, y así limpiarnos los mocos del místico ejercicio plañidero anual, primero por los Presupuestos Generales del Estado y más tarde por los de la Junta de Andalucía, tal vez por aquello de que quien no llora no mama, pero en nuestro caso, la ingesta materna no llega y los calostros siempre se los zampan otros.
Jaén es este año preelectoral la penúltima provincia del país en inversión del Estado por habitante con 110 euros. El mal de muchos, consuelo de tontos no nos vale porque solo Alicante tiene peor inversión que nosotros, 85 euros por habitante. Se me pierde en la memoria aquellos años del Plan Activa y aunque es cierto que no hay proyectos a los que dar de mamar, la cantidad sigue siendo ofensiva, comparada con otros territorios.
Visto lo visto, y mientras lloramos un año más este eterno cuerpo presente, deberíamos procurarnos un buen lugar en el Metaverso que está por llegar, o no. ¿Que qué es el Metarverso? Pues una nueva aventura virtual, pospandémica, para sabernos más guapos, más listos, más ricos y más felices, mientras la mierda nos llega al cuello en nuestro día a día.
El Metaverso es un mundo virtual, uno al que nos conectaremos utilizando una serie de dispositivos que nos harán pensar que realmente estamos dentro de él, interactuando con todos sus elementos. Será como teletransportarse a un mundo totalmente nuevo a través de gafas de realidad virtual y otros complementos que nos permitirán interactuar con él.
Por tanto, debemos ponernos a diseñar ese Jaén que queremos, con sus autovías terminadas, con su tren de alta velocidad, con la presa de Siles a pleno rendimiento, con un sector oleícola que sea capaz de fijar el precio del aceite de oliva, con el tranvía en funcionamiento, con un museo íbero lleno de piezas, y con jiennenses que estén a la altura de el verdadero paraíso virtual, el único, al parecer, en el que tendremos un futuro digno conectados a la red, con las gafas abrochadas, el corazón marchito y la bilis en la garganta, a punto de regurgitar nuestra desdicha.
Que ustedes se conecten bien.