Las recientes noticias de los datos de ocupación laboral, el descenso del paro y como la inflación comienza a ser controlada, nos lleva a las portadas de muchos medios de comunicación en el resto de países europeos. España presenta unos datos que ya los quisieran la mayoría de los países de la UE y es que a menudo necesitamos la mirada extranjera para saber dónde nos encontramos.
Y los medios españoles, ¿qué dicen? Salvo alguna excepción callan y en la mayoría de las portadas son ocupadas por Bildu, antes por Cataluña, antes por Venezuela y siempre por ETA. No se vosotros, pero yo con independencia del cabreo por la falta de rigor en la información, lo que más siento es asco y una profunda hartura. Solo así entendemos que una periodista como Ana Rosa Quintana cobre 4 millones de euros al año, por decir lo que no es, por tergiversar la verdad. Un salario astronómico comparado con el que cobran sus colegas, la mayoría en la precariedad laboral, que diariamente cuentan la realidad y garantizan día a día con su trabajo la función social que constitucionalmente tiene asignado el periodismo.
Los 4 millones de salario no son gratuitos, se los gana bien, pues con ellos consigue que una miríada de televidentes se formen una opinión, la de los amos de los medios de comunicación, que son los mismos que de los bancos, eléctricas y constructoras entre otros. Con intereses muy concretos de que gobierne quien mejor defiende sus intereses. Que bien lo dijo Simone de Beauvoir “El opresor no sería tan fuerte si no tuviese cómplices entre los propios oprimidos".
Para sorpresa de nadie, las élites políticas están más polarizadas que los votantes, los ciudadanos estamos estrechamente divididos pero no profundamente divididos. Con el fin de desgastar al gobierno no tienen reparos en romper la convivencia y hacer que abramos trincheras con nuestros vecinos. Diariamente lanzan insultos en las redes sociales dirigidos hacia quienes participan o participamos en el ejercicio político, así cuando haces público tu posicionamiento, por cierto poco original, pues fue el que más apoyo recibió en las últimas elecciones generales, se lanzan contra ti, tal que inquisidores, el tufillo de intolerancia los delata.
Lo tienen crudo, pues aunque tal que la aldea gala de Ásterix, resistiremos los suficientes para defender que estamos convencidos que vivimos en un mundo injusto y desigual, que entre las diferencias sociales que existen entre dos personas humanamente iguales, hay un universo o más bien un infierno de distancia y por eso aquí seguimos luchando para cambiarlo.
Salud.