Ser demócrata nos obliga a aceptar la mayoría resultante de las elecciones, pero no a comulgar con los que ganaron, máxime cuando alcanzaron estos resultados basándose en una campaña electoral, en clave trumpista, por muy exitosa que les haya resultado. Ya hace que aprendimos aquello que reflejó tan brillantemente Albert Camus: “que uno puede tener razón y ser derrotado, que la fuerza puede destruir el alma, y que a veces el coraje no obtiene recompensa”.
La clave electoral de las derechas en estas elecciones municipales ha estado basada en el “Que te vote Txapote” y en el “quieren destruir España”, nada de modelo de ciudad, ni de movilidad, ni de zonas de bajas emisiones, ni de urbanismo, ni de vivienda, solo crispación e insultos. Resulta esclarecedor escuchar el desprecio con el que hablan de la política, como si ellos calentasen el escaño por caridad cristiana. Cuanto peor para todos mejor para ellos, así consiguen que la gente se quede en casa o se formen una opinión con un meme creado en sus fábricas de fake news y reenviado por los cuñados de turno.
Otro de los factores a tener en cuenta en los resultados es la desmovilización de la militancia socialista, el mayor valor y fuente de éxitos electorales del PSOE. Hoy incapaz de hacer política como antaño, al lado de la gente. Todo obedece a un modelo de partido basado en liderazgos fuertes, donde la participación y la ideología quedan relegadas o anuladas. También podrían haberse liberado de parte del lastre que conecta con el pasado menos aceptado.
Una especial referencia a la irresponsabilidad de la maraña de siglas y fragmentación de marcas en que se ha convertido los grupos a la izquierda del PSOE. Teniendo modelos de ciudad y programas electorales idénticos, se han presentado divididos a las elecciones bajo nombres irreconocibles, y todo por un problema que arrastran de siempre: los egos. Estuve de agente electoral en un colegio y pude observar que más que presentarse desunidos lo que han hecho es no presentarse, nadie apareció por allí ni a velar por el proceso, ni a formalizar actas, bueno ni a votar vinieron.
Hay que desmontar el discurso de la derecha que niega al Gobierno el éxito económico que nos sacó de la crisis sin dejar a los más desfavorecidos atrás, de la lucha contra la inflación, el paro, la subida del salario mínimo, las pensiones… También la increíble vuelta dada a la ciudad de Jaén por el gobierno de Julio Millán, una ciudad que cogieron llena de suciedad, con un transporte publico tercermundista, con la descarada corrupción, con la autoestima colectiva por los suelos y que en cuatro años consiguió invertir la tendencia y hoy luce esplendorosa, sobre todo que cree en su futuro.
No lo tenemos fácil para las inminentes elecciones, pero creo que hay que trabajar en tres ejes prioritarios: La movilización de la militancia y del electorado progresista, vender los logros realizados por el gobierno de coalición, y la unidad de la izquierda, sin ello viajaremos al pasado.
Salud.