Régimen Abierto

Antonio Avendaño

El PSOE andaluz en su laberinto

La divisa que hoy por hoy rige en las atribuladas cancillerías provinciales del socialismo andaluz es ‘Lo que diga Pedro’

Tan cierto como que para los pioneros norteamericanos el mejor indio era un indio muerto, es que para los socialistas que las mejores primarias son las que no se celebran. En general, a los partidos de izquierdas las gusta presumir de primarias, pero luego hacen todo lo posible para evitarlas. No es extraño que así sea: la política española importó de la norteamericana una fórmula que está bien para los partidos que, como el Demócrata y el Republicano, solo existen nominalmente y dan señales de vida únicamente cuando toca convocar primarias o celebrar elecciones, pero las primarias no son la mejor técnica para elegir líder en los partidos que, como el socialista, se toman muy en serio a sí mismos como tales partidos todo el año, no solo cuando hay elecciones. Las primarias norteamericanas, aun siendo muy cruentas en ciertos casos, no suelen dejar heridas orgánicas porque no hay cuerpo de militantes en el que dejar tales heridas. En el PSOE, cuando las primarias son verdaderas, son siempre a cara de perro y dejan siempre heridas difíciles de curar.

Las últimas celebradas en Andalucía fueron las que enfrentaron en 2021 a Juan Espadas, Susana Díaz y, a mucha distancia de ambos, Luis Ángel Hierro. Juan fue el vencedor indiscutible, aunque todo el mundo supo siempre que, sin restar mérito a sus virtudes, en su victoria tuvo un peso determinante la circunstancia de ser el candidato del secretario general Pedro Sánchez. Ni Díaz ni Hierro han olvidado su derrota. Las heridas de las primarias nunca se olvidan. Los seguidores de la una y del otro buscan ahora la manera de resarcirse de su fracaso y demostrar a la militancia que tenían razón cuando sostenían que Juan no era el hombre adecuado para liderar la organización.

Aun así, todo parece indicar que, si se convocan primarias a principios de 2025 por la concurrencia de varios candidatos, Juan Espadas volverá a ganarlas porque, mientras no se demuestre lo contrario, sigue siendo el candidato del secretario general, y en el Partido Socialista el secretario general es especie protegida a la que está prohibida contrariar, y no digamos disparar, cuando ocupa la Presidencia del Gobierno. Espadas es secretario general, pero no es especie protegida a la que esté prohibido agredir porque no Espadas es presidente de la Junta de Andalucía ni, según las encuestas, tiene trazas de que vaya a serlo.



Los críticos de Espadas sueñan, obviamente, con que Pedro Sánchez llame a capítulo a Juan y le pida su renuncia, pero es improbable que ocurra tal cosa porque para ello Ferraz debería tener un recambio con garantías que hoy por hoy no tiene. El jiennense Juanfran Serrano, diputado en el Congreso y adjunto a la Secretaría de Organización que ostenta Santos Cerdán, no ha dado hasta ahora señales de estar ansioso de postularse para dirigir el PSOE andaluz. Aunque nunca se sabe: el PSOE es un partido fuertemente disciplinado donde si el comandante en jefe ordena a uno de sus oficiales que asuma determinada misión, por muy arriesgada que sea, esa orden se cumple. No se olvide, además, que el socialista es hoy un partido más militarizado que en el pasado: y si no más (Alfonso Guerra tendría mucho que decir al respecto), desde luego que no menos.

La paradoja de las primarias es precisamente esa: que quien las gana en buena lid democrática y luego remata la faena accediendo a la Presidencia del Gobierno se convierte en el puto amo. Andalucía está hoy a la espera de la palabra de Sánchez, aunque es muy probable que ni el mismo Sánchez sepa qué diablos decir en un momento tan complicado como este. Sí es seguro que Espadas actuará como un oficial disciplinado si su comandante le pide la renuncia, pues no en vano la divisa que hoy por hoy rige en las atribuladas cancillerías provinciales del socialismo andaluz es esta: ‘Lo que diga Pedro’.