El arpa de Dorotea

Juan Manuel Vallecillo

Desastre: Que corra el aire

“Que corra el aire” es el single de adelanto del esperado noveno disco de “Desastre”

 Desastre: Que corra el aire

Foto: Mario Luis Tremendo

Desastre.


A veces no se están contando bien las injusticias que ocurren en nuestra sociedad o, al menos, no se hace de la forma más eficaz.

Omar es uno de los alumnos preferidos de mi hermano Edu. Un niño al que le encanta colaborar, borrar la pizarra o controlar el aula si el maestro tiene que salir. De esta manera, en su clase, acordaron que fuese el delegado. Es de esos niños que se nota cuando no está y el pasado 10 de enero no estaba. Ese día, se lo llevaron herido al hospital porque, con la poca fuerza de sus nueve años, se enfrentó a un demonio para intentar (sin éxito) que no matara a su madre. Sí, hablo del crimen machista de Adeje en Tenerife. Ahora Omar está en un centro a cargo de los servicios sociales. Al recibir el alta hospitalaria, dejaron que tuviera visitas pero aconsejaron que, de momento, solo fuera una persona del colegio. Así, Rocío, su tutora, se puso rauda en camino con una cartulina llena de corazones y de preciosos mensajes de amor escritos por sus compañeros. Sin embargo, cuando llegó, había una ambulancia en la puerta. El niño había sufrido una fuerte crisis de ansiedad y se lo llevaban de nuevo al hospital. Rocío vio que lo sacaban en camilla. Este valiente, hundido, ya solo quiere que pase el tiempo, que corra el aire. Supongo que, por eso, estaba en posición fetal escondido bajo una sábana. Entonces su tutora se abalanzó hacia él. Los enfermeros trataron de detenerla pero se pararon en seco frente al desesperado grito de “soy su maestra” y, justo antes de que lo subieran a la ambulancia, le dijo: “descúbrete, mi niño, soy yo”. Omar se destapó y se colgó a su cuello en un abrazo de esos que consiguen detener el tiempo. De esos que no permiten que corra el aire.



“Que corra el aire” es el single de adelanto del esperado noveno disco de “Desastre”, esa veterana banda del barrio madrileño de Usera que no tiene pelos en la lengua, que remueve las conciencias y denuncia las injusticias a través de sus crudas y directas letras navegando sobre un rock enérgico y callejero. Sí, unos tíos que continúan igual que el nombre de su primer disco: “Juntos y Revoltosos”. Leales a la rebeldía desde hace ya 35 años al contrario que la mayoría de los grupos que comienzan reivindicativos hasta que el amor los envenena y que me recuerdan a esas series de argumento impactante que, con el paso de los episodios y cuando se acaban las ideas, hacen que sus personajes se enamoren unos de otros. “Desastre” no. Ellos conservan intacta su esencia revolucionaria, su grito desesperado y su protesta airada. Son el gallo que canta orgulloso en la madrugada pese a que no consiga que la sociedad despierte. De este modo, “Que corra el aire” es una piedra lanzada con furia que trata de quebrar la ventana por la que miramos nuestro mundo de cristal. Una canción de guitarras incisivas y potente batería que sorprende por su estructura. Tras un principio recitado y progresivo encima de una base musical inquietante, el certero rock artesanal y a golpes de siempre da pie a unas estrofas de melodía rápida que acaba en un único estribillo cantado. Demoledora e irreverente, “Que corra el aire” será también el título de su nuevo álbum que verá la luz el próximo 17 de febrero. Trece generosas y contundentes canciones que se unirán a su habitual repertorio y que brillarán en una gira por toda España desde marzo a finales de octubre para mostrar el punto más fuerte de la banda: su directo. “Desastre” está liderado por Alfonso Carneros a la voz y al bajo y goza de la rabia de Diego Rodríguez Archidona “Archi” y Juan Sanz Calvo “Johnny” a las guitarras; de la maestría de Iván Millán al saxo y de la fuerza de Jesús Ortiz “Chus” a la batería. Poetas urbanos que se montan en el fórmula 1 de su poderoso rock. El vehículo perfecto para hacernos llegar su mensaje, su denuncia, su crítica. Una banda incombustible y, sobre todo, muy necesaria porque a veces no se están contando bien las injusticias que ocurren en nuestra sociedad o, al menos, no se hace de la forma más eficaz.