El bar de la esquina

Antonio Reyes

Las invasiones bárbaras

Una ciudad de futuro se hace cuidando de los negocios de siempre, facilitando que estos perduren por los siglos de los siglos

En breve abrirá al público el nuevo edificio del Jaén Plaza destinado a tiendas y demás negocios propios de un centro comercial al uso. Fue un proyecto del anterior equipo de gobierno del ayuntamiento y que el actual hizo suyo también, porque, como es lógico, si un proyecto es bueno nadie debería pararlo (¿alguien ha dicho parque acuático?). Estamos de acuerdo que estos lugares crean empleo y le facilita las cosas a todas las personas que llegan desde fuera de compras a la ciudad. Nunca he sido fan de estos espacios prefabricados y mucho menos de quien piensa que esto hace a la ciudad que lo inaugura una ciudad de futuro.

No, perdonen, para nada. Una ciudad de futuro se hace cuidando de los negocios de siempre, facilitando que estos perduren por los siglos de los siglos, amén del progreso agresivo que todos hemos adoptado y que llegó como una orda de invasiores bárbaros que arramblaron con todo. A día de hoy a todos se les llena la boca hablando del comercio tradicional pero nadie tiene ni pajolera idea de qué hacer para que el centro no se siga llenando de carteles que anuncian alquileres.

Es cierto que el comercio tradicional no puede sobrevivir porque sí y que tiene que actualizarse en todos los sentidos, como lo hacemos cualquiera de nosotros en nuestra vida, pero es que ahí es donde un buen político debería demostrar que lo es y que está en todo. También que son los propios vecinos los que decidieron hacer la mayoría de sus compras por internet y dejaron en la estacada a los autónomos locales que han visto cómo sus negocios iban a menos hasta cerrar. Pero anteponer un macro centro comercial a potenciar y ayudar en la medida de lo posible a los pequeños negocios abocará al centro de Jaén al desamparo total si no se promueve un plan integral específico para el centro. Y, como siempre, vamos tarde.

Hay decenas de ejemplos en todo el país. Peatonalizar y criminalizar al coche frente al peatón es el único destino posible para hacer frente a los grandes espacios comerciales, aunque estos no sean el diablo porque sí. Crear una zona amable con las personas, con muchísimos árboles, con buenos espacios para la hostelería y los pequeños negocios y con servicios de limpieza correctos, es la meta que debemos buscar para el centro de Jaén. Caminar, caminar y caminar, apoyados por ese tranvía que no termina de andar y de un servicio de autobuses en el que alguien se dé cuenta ya que meter por estas calles los autobuses grandes no es una opción.

No me sirve la excusa de que «el centro de Jaén se está desplazando hacia el norte» para justificarlo todo. Es cierto que algunos negocios como Decatlon o Leroy Merlin necesitan grandes superficies y no se pueden instalar en el centro de ninguna ciudad, pero si los propios jienenses dan por bueno anteponer un gran espacio como el Jaén Plaza a revitalizar el centro de la ciudad, mal vamos. Es un pensamiento cateto decir aquello de «es que en un mismo lugar lo tenemos todo». Pues ese mismo comentario es el que está poniendo la puntilla a los negocios pequeños. Y mañana, cuando paseemos y veamos los carteles de «Se alquila», todos diremos «qué pena de Jaén, todos los días algún negocio cerrado». Pues claro, y además es culpa tuya también.

Yo sigo soñando con un centro en el que no pueda entrar un solo coche desde la Plaza de las Batallas hasta la rotonda de arriba de la cuesta de los Escuderos, desde San Ildefonso hasta la Magdalena, con eliminar todos esos letreros terroríficos de los negocios que manchan fachadas de piedra y unificar su formato, con aumentar el número de papeleras y mejorar la limpieza, con prohibir colores agresivos en las fachadas, alentar con premios a los vecinos de estos mismos bloques para que modifiquen sus feas fachadas y eliminar la terrible contaminación visual que supone ver las paredes de los edificios repletas de cables horrorosos o negras del humo del tráfico. Y, por supuesto, aparcamientos disuasorios tanto para vecinos como visitantes.

Todavía estamos a tiempo de equilibrar la balanza entre lo que es el progreso para unos, el Jaén Plaza, y relanzar el Jaén de siempre para todos. Y si me apuras, discriminar positivamente al centro por encima del centro comercial. Hay que demostrar que se ama a esta ciudad y eso no se hace sacando de las calles y de nuestro alcance los negocios más cercanos. Y ya de paso, pues no estaría nada mal hablar con los dueños de esos locales que ahora están cerrados para convencerlos de que se bajen del burro y revisen el precio de sus alquileres, que no todo lo van a hacer los autónomos, ¿no? Pues eso.

Ahora imaginad un centro revitalizado donde el peatón ha conseguido ganar la batalla al tráfico y al humo, con la hostelería a pleno rendimiento, los vecinos paseando a sus niños y perros arropados por las grandes sombras de los árboles, un centro repleto de visitantes de los pueblos limítrofes que llegan para hacer compras en las nuevas tiendas que emprendedores con coraje han abierto por la buena predisposición de los dueños a poner un alquiler aceptable, para ir al médico o a ver las luces de navidad, unos visitantes boquiabiertos porque Jaén se ha convertido por fin en una ciudad que desprecia el coche y abre la plenitud de sus calles a los visitantes que… ven cómo algún iluminado se llevó la estación de autobuses a cuatro kilómetros de donde antes estaba. Qué poco dura la alegría en casa del pobre y qué mal te sientan, Jaén, las ocurrencias de algunos.