Estilo olivar

Juan José Almagro

Yasmine

Para sostener un estilo de vida que excluye a otros, o para entusiasmarse con ese ideal egoísta, hemos desarrollado una “globalización de la indiferencia"

Resulta que Donald Trump ha invitado al presidente de China, Xi Jinping, a asistir a su toma de posesión como presidente de Estados Unidos el próximo lunes 20 de enero. Y, aunque no soy experto en relaciones internacionales, tengo la impresión de que con esa invitación (si acaso Xi Jinping asistiera) el ahora presidente electo busca un golpe de efecto que lo eleve al séptimo cielo para que el mundo lo considere no un “primus inter pares” sino el presidente de todos los presidentes del mundo mundial. No me atrevo a decir nada más sobre la invitación, y si habrá o no otros mandatarios mundiales en la ceremonia. La verdad es que me da igual y lo único que se me ocurre es pedirle a los mandamases algo con lo que soñamos las gentes de buena voluntad: un dirigente, un líder que quiera serlo realmente, tiene que convertirse en autoridad, es decir, en hombre o mujer con valores, ambiciones autolimitadas y respeto a la Razón y a la Verdad, aunque la cosa se complica porque, como Zygmun Bauman decía, el poder no lo controlan los políticos y que la política carece de poder para cambiar nada. A lo mejor, precisamente por eso, Trump no se considera un político sino, como la mayoría de los que integrarán su gabinete, un empresario milmillonario de éxito acostumbrado a falsear la realidad; y en esas poderosas manos estarán los norteamericanos (y los que no lo somos) en los próximos años, que le vamos a hacer.

El mismo día en el que se conocía la noticia qué comentamos, casualidades de la vida, hemos sabido que Yasmine, originaria de Sierra Leona, de once años de edad -como mi nieta Inés- ha sobrevivido a un naufragio en el Mediterráneo. Es la única superviviente y, como leo en El País, “la menor fue rescatada en la madrugada del miércoles [el 11 de diciembre de 2024] por una ONG alemana después de pasar horas en el agua a la deriva, con un chaleco salvavidas y agarrada a un flotador improvisado hecho con la cámara de aire de un flotador. La niña fue trasladada a la isla italiana de Lampedusa. Los rescatistas de la organización humanitaria Compass Collective creen que en la precaria embarcación que se hundió, un antiguo pesquero de hierro, viajaban otras 45 personas que permanecen desparecidas”. Yasmine, que viajaba en el barco hundido con su hermano mayor, desaparecido en el naufragio, había partido de la costa tunecina y dijo que, cuando la rescataron, llevaba tres días en el agua viendo como compañeros de travesía se hundían en el mar para siempre. Hace más de una década Lampedusa dio nombre a una gran desgracia: en la noche del 13 de octubre de 2013, un viejo barco repleto de eritreos, etíopes y somalíes se hundió cuando se acercaba a la costa. Aunque sobrevivieron más de ciento cincuenta personas, murieron trescientos sesenta y ocho sepultadas en el mar. Muchos de los que perdieron la vida eran mujeres y niños, como Yasmina.

Para sostener un estilo de vida que excluye a otros, o para entusiasmarse con ese ideal egoísta, hemos desarrollado -como denunció el Papa Francisco- una “globalización de la indiferencia”. Casi sin advertirlo, nos volvemos incapaces de compadecernos ante clamores de otros humanos, y ya no lloramos ante los dramas de los demás, ni nos interesa cuidarlos, como si todo fuese una responsabilidad ajena que no nos incumbe.



Por cierto, se me olvidaba recordar que la famosa revista “Time” ha elegido a Donald Trump como persona (o personaje, no sé) del año. El futuro presidente, además de ganar las elecciones, ha sido condenado ya en alguna de las muchas causas penales que arrastra, es ejemplo de nada y creador de las “Fake News” . Voy a escribir a “Time” para contarles el caso de Yasmina y que cambien la portada de la revista y ponga la foto de Yasmine, una niña de once años que es modelo de resiliencia, de valentía y de coraje. En fin, un ejemplo de todo y un referente mundial. Ojalá atiendan mi ruego.