La tirilla

Santiago Donaire

Antoñico el cabrero

Hoy asistimos a un deterioro intencionado del sistema de Salud y no fruto de la casualidad, sino de estrategias neoliberales

En 1989 se aprobó que la Sanidad Pública lo fuera con carácter universal y gratuita (para todo el mundo), cumpliendo de esa forma el mandato de la Constitución aprobada 10 años antes y que en su artículo 43 especifica: "Compete a los poderes públicos organizar y tutelar la salud pública a través de medidas preventivas y de las prestaciones y servicios necesarios”.

La Sanidad en el pasado era precaria e insuficiente. En muchos casos un privilegio que solo podían permitirse los más adinerados y al que progresivamente se fueron incorporando los trabajadores. En los años 60 solo los asalariados y funcionarios tenían acceso al sistema de salud de la Seguridad Social, mientras que el resto y esta provincia era de resto, como agricultores, ganaderos, jornaleros, los que entonces se les decían que tenían un oficio (hoy autónomos) como carpinteros, fontaneros, encaladores, herreros, mecánicos, lavanderas, limpiadoras… estaban fuera, sujetos a la beneficencia o a sistemas de pago.

En aquellos años, anteayer, era una desgracia enfermar, pues además de la salud se comprometían los ingresos y con ello la propia subsistencia de toda la familia. En el mundo rural era toda una desgracia quebrarse un hueso, por algo a los jornaleros se les llamaba braceros. Carecían de medios para acceder a los traumatólogos de la ciudad, acudían entonces al recurso ancestral, a ponerse en manos de quién "gobernaba los huesos", en mi pueblo el que gobernaba los huesos era "Antoñico el cabrero", versado en prácticas traumatológicas con el ganado, sin duda muchas familias subsistieron gracias a sus habilidades. Era una actividad clandestina, fue denunciado varias veces y no en defensa de la salud, más bien para eliminar competencia desleal.



La actividad de Antoñico era complementada por los santones, personas que irradiaban bondad y sobre todo daban esperanza ante la enfermedad y el desamparo que provocaba un sistema injusto, también los “santos” eran perseguidos e incluso a veces llevados al calabozo, me acuerdo del Santo Manuel y del Santo Custodio, para mucha gente desesperada fueron su último recurso. Acabar con los gobernadores de huesos y con los santones de imposibles, no era cuestión de perseguirlos, bastaba con un sistema de salud de calidad, universal y gratuito.

Hoy asistimos a un deterioro intencionado del sistema de Salud y no fruto de la casualidad, sino de estrategias neoliberales, que propician que cada uno se pague sus servicios, como hace unos años. Lo de Neo es una forma de blanquear el involucionismo, el clasismo de siempre. El que haya asalariados que los aplaudan, pues un indicador que también la Educación pública de calidad está afectada.

O los paramos o volvemos con Antoñico el cabrero.

Salud.