A raíz de la reedición de la cerveza el Alcázar en botella de tercio, lo último de los pijos locales es pedirla con un “porfi me pones una leyi”, he oído a varias personas asegurar que el sabor del nuevo producto de Heineken es idéntico a la antigua y añorada cerveza local. No consigo recordar el sabor de aquella cerveza, consumida en fresquitos biscúter, y eso que no tomábamos otra, era casi un monopolio. Me da que con elementales técnicas de marketing, consiguieron asociar el logo de la marca de siempre, con el idealizado pasado y con las ganas de consumir productos locales. No os cabréis conmigo pero creo que son más las ganas que la realidad. No obstante, bienvenida sea, con su fina burbuja y neutro sabor, es un producto fabricado en esta tierra, en La Imora.
No es infrecuente que los recuerdos que almacenamos en nuestra memoria se vean distorsionados por influencia de terceros, por nuestras propias creencias, adscripciones políticas o incluso por nuestros deseos, lo que hace generar falsos recuerdos.
Vaya otro ejemplo: en redes sociales hay un continuo machaqueo interesado donde nos dicen que la ciudad está peor que antes, más sucia y más descuidada. A diferencia de la cerveza donde hay que remontarse décadas para intentar recordar el sabor, para comparar la situación de la ciudad solo hay que mirar 4 años atrás, prácticamente ayer. Me da que por mucho que se empeñen en repetirlo no van a conseguir distorsionar la verdad. En tan solo 4 años esta ciudad avanzó mucho.
Sin ningún lugar a dudas está más limpia, claro que hay sitios a los que no llegan los barrenderos con la debida frecuencia, pero en general es más que evidente el gran paso que dimos. Solo ver como los equipos de limpieza quitaban la peligrosa cera a las pocas horas de encerrarse la última procesión, me hace recordar que antes no se medía en horas el tiempo, más bien en años o sea nunca.
No hay que viajar al pleistoceno para recordar el run run permanente que había en la ciudad por el mal funcionamiento de los autobuses municipales, quiero recordar los tornos tercermundistas o la famosa puerta de madera en el viejo bus, por no decir nada de las matrículas más propias de museo que de un servicio público. Hoy casi nadie habla de los autobuses y esa es la mejor muestra de su buen funcionamiento. Seguro que el servicio como todo será mejorable, pero la comparación es insostenible.
Podríamos hablar del mantenimiento urbano que llega a muchos más sitios que antes y lo hace con transparencia, sin sombra de duda y con precios de mercado. Los jardines se muestran preciosos, aunque aún queden sitios que cuidar. La recuperación del patrimonio histórico y su puesta en valor, las instalaciones deportivas, la empresa municipal de viviendas vuelve a construir, apenas hay atascos, el bullicio de las calles por el centro de la ciudad y algo que no creo que nadie pueda negar como es el crecimiento del turismo que dinamiza la ciudad.
En la ciudad fue de tal calibre el cambio, que por mucho que se empeñen en influir en nuestra memoria, en nuestros recuerdos, lo tienen muy difícil, no hay color.
Salud.