La tirilla

Santiago Donaire

Hijos de la gran chingada

La semana pasada nos sorprendió la presidenta de la Comunidad de Madrid con otra interpretación de nuestra historia, llevando el origen de España...

La semana pasada nos sorprendió la presidenta de la Comunidad de Madrid con otra interpretación de nuestra historia, llevando el origen de España al siglo II AC, exaltando algunos periodos y renunciando a otros. Dio por perdidos los siete siglos de presencia musulmana, en un ejercicio de intoxicación y de odio. Pero ella es la perdida.
Los mexicanos se refieren a ellos mismos como hijos de la chingada, por los numerosos mestizajes producidos principalmente por violaciones durante el proceso de colonización. No quiero quitarles mérito a nuestros hermanos mexicanos, pero para hijos de la gran chingada mejor nosotros. Sin contar las migraciones prehistóricas, solo las documentadas arrojan una lista donde encontramos griegos, fenicios, cartagineses, romanos (expertos en asesinar y violar) o bárbaros (hunos, vándalos, alanos, godos…) A la lista se sumaron en el 711 los pueblos del norte de África. Todos dejaron poso y fueron dando forma a la sociedad local de nuestra tierra. Hasta la expulsión de los moriscos en 1613, serían más de 900 años los que la erudita presidenta madrileña da por perdidos en su relato purificante.
Nunca podremos renunciar a nuestro pasado, nos guste o no, pero la singularidad de esta España a la que tanto gusta referirse la derecha tiene también mucho que ver con su pasado musulmán. Más de 4.000 palabras de nuestro idioma tienen origen en el árabe andalusí. Nuestra provincia y ciudad les debe el nombre, por no hablar de Al-Ándalus o del gran rio que nos articula.
Sistemas de riego, técnicas de pesca, navegación con la vela triangular y el astrolabio, los números, la guitarra, los baños públicos, la higiene, multitud de avances médicos, en farmacia, trigonometría o en astronomía, el papel, el vidrio, trabajos en cuero y alfarería, los jardines públicos, las fuentes, las especias, el alcohol, el algodón, la iluminación callejera… Mención especial a la recuperación, copia y traducción de los textos clásicos de Grecia y Roma. En fin, algo que no podemos ni queremos olvidar.
Algunos exaltan un pasado exclusivamente católico obviando que son herederos de quienes quemaran a protestantes, judíos o musulmanes por herejes. Hoy parece que el odio hacia luteranos y judíos está apaciguado, por lo que lo centran en los pueblos islámicos. Me da que mucho tiene que ver con un odio xenófobo cosechado en las guerras coloniales en Marruecos, donde miles de soldados españoles, hijos de la gente sencilla, eran enviados a defender los intereses económicos de los de siempre, mientras ellos dejaban a sus hijos aquí, a salvo. Como siempre.
En fin, que no renuncio a ser hijo de la gran chingada, fruto de mil leches y de una amalgama de culturas. Qué bien podríamos aprender del Toledo de Alfonso X o la Córdoba califal, donde las diferentes culturas al menos intentaron la convivencia.
Salud.