Hemos asistido en los últimos años a una avalancha de noticias falsas, de infundios que progresivamente han ido minando la credibilidad de los partidos y de los valores democráticos. Su intención era y es destruir para luego presentarse ellos como los salvadores de la patria, sin importarles el deterioro de las instituciones o la peligrosa siembra de odio.
El procedimiento ya fue inventado por Goebbels y perfeccionado en los últimos años por Trump o los propiciadores de Brexit. El proceso es más o menos así: Necesitan propagar unas pocas y simples ideas para repetirlas continuamente, machacando de forma incansable. Si una mentira se repite suficientemente, acaba convirtiéndose en verdad. (Los MENAS son unos delincuentes, los extranjeros vienen a robarnos el trabajo, pagamos unos impuestos desorbitados, las izquierdas son malos gestores, España es España desde la invasión romana, los servicios privados son más eficientes que los públicos, pagamos una barbaridad de impuestos al heredar el piso de nuestros padres, la culpa de la subida de los carburantes y del recibo de la luz la tiene Pedro Sanchéz, la violencia machista no existe…)
Una vez lanzada la idea tienen que difundirla y para eso saben que la propaganda debe ser popular, adaptar el nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuando más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada, y su comprensión, escasa; además, tienen gran facilidad para olvidar. Deben transmitir sensación de unanimidad “como todo el mundo sabe”, “como todos los españoles conocen”, contribuyendo con ello a convencer al mayor número de personas posibles.
En el caso de que sus errores se hagan manifiestos, entonces cargan contra los demás, responden con él “y tu más”. En caso de no poder negar las noticias negativas, pues inventan otras que distraigan al personal. Todos estos bulos deben de cambiar con frecuencia, para cuando le respondan ya las noticias van por otro sitio, como una fuente incesante.
La puesta en escena se inicia mediante algunos medios de comunicación digitales de los que son propietarios, publican titulares fáciles que puedan copiarse mediante Guasap, Twiter, Facebook, Instagram… Llegando hasta al extremo de fabricar falsas encuestas, lo que les facilita ir generando estado de opinión. Para el último paso, tienen a los medios de comunicación “serios” que también son suyos y es donde oficializan el infundio.
¿Los demócratas que debemos hacer ante este salvaje ataque?: no darnos por rendidos y combatirlo con la verdad, sé que jugamos con desventaja, pero en eso si somos todos unos expertos.
Que las verdades no tengan complejos.
Que las mentiras parezcan mentira.
Salud.
Santiago Donaire
La tirillaQue las mentiras parezcan mentira
Hemos asistido en los últimos años a una avalancha de noticias falsas, de infundios que progresivamente han ido minando la credibilidad de los partidos...