La tirilla

Santiago Donaire

Las Tablas de Moisés

En aquel histórico 1978, estábamos los que pedíamos Ruptura (como en Portugal), los que mediaban por la Reforma (de todo un poco), y luego los inmovilistas...

En aquel histórico 1978, estábamos los que pedíamos Ruptura (como en Portugal), los que mediaban por la Reforma (de todo un poco), y luego los inmovilistas que no querían cambio, lo suyo era Continuismo, más dictadura. Mientras tanto la calle gritaba Libertad (la de verdad, no la de las cañas), la caverna dominaba con sus jueces los Tribunales (más o menos como ahora) y en el ejército arengaban desde las salas de banderas de los cuarteles.
Salió, lo que salió, un poco de todo: ellos mantenían a la misma policía, los mismos jueces, mismo ejército, mismo Jefe de Estado y nosotros conseguíamos las libertades, la democracia, que España se declarara un “Estado social”: Derecho a la vivienda, servicios para los mayores, trabajo y salarios dignos, protección de la infancia y a la juventud, educación en igualdad, impuestos progresivos... Sin duda un gran avance, que a todos no nos contentó entonces, pues queríamos más.
Sabéis cuanto me gusta rememorar la inocencia de la infancia, las calles sin coches, los niños jugando, las largas noches de verano, los olores de la huerta… Pero no estoy ciego, recuerdo con dolor la miseria de las casas, sin agua potable, los jornales que no llegaban, los camiones que cargaban los cuatro enseres de familias que se iban con lo puesto para no volver. Las madres que morían de parto, las abuelas de negro mal viviendo. La Guardia Civil que pelaba al intrépido emigrante que osaba volver con el pelo largo, o como hacían regresar a casa a la valiente que se subía unos centímetros la falda… Así que de añoranza nada, solo un lugar de honor en la memoria, a la solidaridad entre la gente, a sus ganas de vivir por encima de todo. De lo demás, solo desear que la carcoma se comiera hasta el último palo del reclinatorio del señorico.
Educados en la inmutabilidad aprendida con las tablas de Moisés o en los Principios Generales del Movimiento, así no me extraña que en 43 años prácticamente no se moviera nada en la Carta Magna, mientras tanto los alemanes aprobaron 60 reformas en el mismo periodo. La Constitución del 78 fue el resultado del momento, pero nada que ver con la realidad actual, cada día con más temas pendientes (La reforma del Senado, los aforamientos, la inviolabilidad del Jefe del Estado, la Sucesión, la forma del Estado, blindar las pensiones, la sanidad, la educación, el federalismo…).
Estoy harto de soportar esa permanente crítica a lo que pudo ser y no fue, tal que el pecado original. El problema no está en el 78, sino en los 43 años siguientes, donde nada se cambió. Ahí ya somos muchos más los que teníamos que haber dicho y hecho algo. Otra vez nos encontramos los Rupturistas, los Reformistas y los Continuistas, de momento gana la caverna.
Salud.