La tirilla

Santiago Donaire

¿Los bordillos, militan?

El siena de las fachadas de nuestros templos y palacetes no se lleva bien con el gris en la calzada

Me resisto a aceptar que un adoquín o una baldosa está mejor colocada atendiendo a la inclinación política del equipo de gobierno municipal, eso no ocurre. Es responsabilidad de los técnicos que dirigen la obra y del contratista que la ejecuta. Otra cosa es cuando el concejal de turno se mete en camisas de 11 varas y hace de técnico, entonces y solo entonces, podremos decir que el adoquín si milita, pero no en el partido de gobierno, sino en el ego del concejal responsable.

He trabajado como redactor y director de obras con diferentes corporaciones de la ciudad. Con Alfonso Sánchez, con Miguel Sánchez de Alcázar (con el que más) y con Carmen Peñalver, en los tres casos jamás recibí directriz técnica alguna, ni de ellos ni de los concejales, para cambiar procedimientos de construcción, materiales, dosificaciones, dimensionado, ni texturas. Aunque la responsabilidad no se puede delegar, si salió algo mal, en mi caso nunca fue por ellos. Su misión y en eso si ve el color de quien gobierna, es decidir qué obra se hace y a veces dar el VB a la utilización de algunos materiales, como farolas, mobiliario urbano y pavimento, lo que más se ve.

Quizás nuestro principal problemas es la poca actividad de obra civil que tenemos, nada nuevo atendiendo a la deuda municipal, más de 5.000 euros por vecino. Salvo programas estatales, autonómicos o de la Diputación provincial (hay que saber gestionarlos), aquí no se hacen más allá de labores de mantenimiento urbano, siempre de menor importe. Muchos ojos, muchas críticas para tan pocas obras, por algo son Obras Públicas.



Asisto a la polémica por la utilización del granito en los pavimentos y creo que llevamos las suficientes corporaciones usándolo para que nadie puede sacar pecho por su no utilización: Plaza de Santa María, Plaza Deán Mazas, San Juan de Dios y espero no incluir a San Bartolomé, son muestras más que suficientes para decir que el color gris del granito no tiende al azul ni al rojo político. Es un material noble, que dura mucho, de gran adherencia, que no resbala, que no se empapa de agua y es más barato que el resto de piedras naturales. Pero su gris según los sitios es feo y frio, además de sucio. Nuestros zapatos se adhieren bien y no resbalamos, la mierda también se queda.

El siena de las fachadas de nuestros templos y palacetes no se lleva bien con el gris en la calzada, el mismo que en otras latitudes tanto nos gusta. No digo que el granito sea feo, no hay más que pasear por Santiago de Compostela una tarde lluviosa sobre sus centenarias losas para ver que allí es muy oportuno y bello. Hay variedades con matices crema (Mondariz) o rosáceos (Porriño y también la cordobesa Cardeña) o el famoso granito de Gerena policromado en diferentes tonos cálidos, muy usado en Sevilla desde época romana. Descartar el granito en la ciudad, diría que no, en adoquinado de calles y en algunas aceras, mejor los de tonos cálidos, estaría más que justificado. Pero el cupo de usarlo en el casco histórico, en las plazas de la ciudad, ya lo agotaron, no más.
Salud.