La tirilla

Santiago Donaire

Puertas del cielo

Vaya mi respeto a las creencias de cada uno, pero eso no quita para que reivindique que pongamos orden, que la calle es de todos

A principios de octubre los neumáticos de los vehículos vuelven a chirriar, como si estuviéramos en Semana Santa y es que en los últimos días al menos 3 desfiles procesionales ocuparon las calles del centro. En pleno verano también sacaron imágenes, además de los romeros cuando se van y cuando vuelven, trasiego de santos entre templos y entre pueblos, entrenamientos, aniversarios, cruces de Mayo, procesiones de niños, sin olvidar las rogativas para que llueva, un sin parar con tendencia en aumento, sin que se le vea el fin más allá de los días que tiene el año. ¡Ya llevamos más de 40!
Ayer Domingo las brigadas municipales de limpieza se peleaban con las gotas de cera en la calle Maestra. No es solo la cera lo que queda, me llama mucho la atención las banderas de España con proclamas que cruzan nuestras calles y ahí se quedan durante días, mensajes crípticos o cuando menos desconcertantes: “Madre de Jaén”, “Puerta del cielo”, “Reina de la Amargura”, “Amargura soberana”, “Más que tú, solo Dios”, “Victoria del Santo Reino”. Fui educado en la fe católica pero desde hace mucho tiempo soy un completo y convencido incrédulo, digo esto porque la terminología de hoy no se corresponde con la entonces aprendida. Había en mi época varias tendencias en la iglesia, la de los curas obreros donde en sus parroquias se tocaba la guitarra y hablaban de caridad, perdón, amor… y los que se fusionaban con el franquismo al grito de ¡Viva Cristo Rey!, tal que monjes guerreros del medievo. Pero esto de ahora de “Puerta del cielo” en la Carrera de Bernabé Soriano la verdad es que no lo pillo.

La falta de fieles en las iglesias al menos comparado con hace 40 o más años es más que evidente, la secularización de las costumbres es manifiesta, basta con echar cuentas del número de matrimonios civiles, divorcios o parejas que viven sin mayor compromiso que el de amarse. Sin duda cambiaron mucho las formas de sentir lo religioso. Que la Iglesia haya sido capaz de sobrevivir 2000 años es una muestra de su capacidad de adaptación y por eso ante la pobre capacidad de convocatoria en sus templos (hasta cobran para entrar) han pasado al plan B, hacerse con la calle. Un Plan en toda regla que se inicia desde las escuelas, donde es normal ver en los colegios concertados, religiosos la mayoría, como desde pequeños ya procesionan en los patios, luego por el barrio y cada vez se aventuran más lejos. ¿Adoctrinamiento? Vaya mi respeto a las creencias de cada uno, pero eso no quita para que reivindique que pongamos orden, que la calle es de todos y tiene más fines que sacar imágenes, que como todo tendrá un límite.

La semana pasada la tirilla iba de lo que cada uno creemos realmente importante, con todo el miramiento a los de “Victoria del Santo Reino”, no sé si a mí me dejarían colocar un cartel cruzando la carrera poniendo “Sanidad Pública, universal, gratuita y de calidad”, si es preciso que sea sobre una bandera rojigualda, pues sea. Prometo no manchar la calzada, ni interrumpir el tráfico, ni pedir dinero alguno. La condescendencia desde el Ayuntamiento con las manifestaciones católicas también es algo a analizar, incluyo a todas las corporaciones, las de ahora y las de antes. Aún recuerdo cuando con Fernández de Moya, las brigadas municipales fueron a quitar la cartelería que se había colocado con motivo del 1º de Mayo, guardo la imagen de los operarios con espátula en mano quitando los carteles en la fachada de CCOO. Anunciar un Vía Lucis sí, un ¡Viva el 1 de Mayo! no. ¡Apañaos vamos!



Salud.